27 noviembre 2007

Poema de Aurelio Gonzalez Ovies

Yo también masticaba la cal de las paredes

en las tardes de agosto

y creía que sólo se moría en invierno

y no entendía por qué cada vuelta del mundo

envejecía a mi madre.



Estuve enamorado de una araña grandísima que vivía

en una grieta de la puerta

y hacía competiciones de gusanos.



El cielo me parecía una carpa gigante

y cuando vi pasar los primeros aviones los ojos

se me abrieron

como dos libertades.

Mi padre me enseñó a comprender el viento,

a predecir la lluvia en la piel de los árboles

y por eso he tenido siempre miedo al futuro.

De pequeño, además, yo quería ser gitano

para tener un burro, entre otras muchas cosas,

y caminar desclazo.

Pero la vida nunca acepta nuestros ruegos

y me gustó el latín no sé por qué motivo

y aquí estoy enseñando lo que a veces no entiendo.

¿ Qué voy a decir yo de la palabra hombre ?.

¿ como puedo explicar que para que haya historia

hubo que desde siempre ir matando o muriendo ?



Conseguí ser mayor y me quité estos vicios a pesar de mí mismo:

y me conformo y callo y voy tirando

y echo de menos mucho la araña de la grieta

y el olor de la cal me es como de familia.

Aprendí, como todos. a amar lo que no amo,

y a hacer, según la norma, lo que todos hacían.



Del libro " La hora de las gaviotas "

Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez. 1.990

2 comentarios:

Anónimo dijo...

qué bonito!

Anónimo dijo...

La verdad, es que es una gozada leer a este hombre,tuve la suerte de conocerlo hace muchos años y desde entonces sigo embriagado de su poesía.