04 junio 2019

Federico García Lorca




Alma ausente

No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce el niño ni la tarde
porque te has muerto para siempre.

No te conoce el lomo de la piedra,
ni el raso negro donde te destrozas.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.

El otoño vendrá con caracolas,
uva de niebla y montes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque te has muerto para siempre.

Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.

No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.
Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.
La tristeza que tuvo tu valiente alegría.

Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.



Pedro Javier Martín Pedrós




Viajo por los raíles de este día
con el corazón lleno de
nostalgias,
a veces con sobrepeso.

Silencios en los rostros de mis
compañeros de viaje por Roma.

La religiosa mueve con armonía rítmica
su rosario austero de madera, con olor
a sándalo.

Espero que su generosidad no tenga
fronteras y me llegue alguna
fragancia de sus oraciones.

Recuerdo, con caricias visuales,
a la joven con esclerosis múltiple por
su mar de sonrisas.

No muy lejos de aquí, lloran,
en los cimientos de su fe,
cristianos en el vaticano.

Florencia.


Isabel Rezmo






 Se hace tarde.
 Se hace un juego.
 Se hace decrépito
 mar, metiendo un
 pedazo de ímpetu
 entre el pecho y la espalda.
 Antes que el corazón
 desangre la sílaba.
 Y se haga otra vez
 la noche

María Artés - El sonido de una gota (Videoclip Oficial)

03 junio 2019

Eugenia Ruiz Rey





ANHELOS

Hoy tengo sed de paz,
tengo anhelo de fiesta,
sed de eternidad,
no me apetece nada dormir la siesta.

Tengo sed de libertad,
me desperté con ganas de abrazos,
de caras y de sonrisas interminables,
hoy tengo sed  de luz,
anhelos de ver tus ojos,
de color negro azabache,
ojos de mirada dulce y amable.

Tengo tanta sed ,
que no sé si me quedará tiempo,
para beber del  manantial,
de tus labios,
sabor a canela,
que al llegar la noche, me acecha.

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Rafael Guillén






Poema del no



Me decías que no. Por tu mirada
pasaban barcos lentamente. Había
gaviotas en tus ojos, en tus blandos,
oscuros ojos grandes,
donde iba cayendo la amargura
como un anochecer de altas sirenas
en los puertos del Sur.
Me decías que no serenamente.
Era un no original, que ya existía
antes que tú, que hablaba por sí mismo
mientras que tú, impotente, absorta, fijos
en mí tus ojos, lo sentías vivo,

palpabas su raíz por tus adentros.
Era un no adivinado,
mudo, pesadamente silencioso.
Tu duro cuerpo tibio
me decía que no, sin causas, iba

replegándose, como
si volviese a la infancia. Tú no eras.
Me decías que no, y en tu mirada
cabalgaba un dolor que yo diría
maternal. Un dolor implorando
comprensión. Un no de contenida
pesadumbre, pero total, abierto,
levemente asomado
a las playas del llanto.
Me decías que no lejana, sola,
terriblemente sola, maniatada,
sin un porqué donde apoyarte, pero
era no, era no, sin gritos, no...
Los puertos, las sirenas,
los barcos en la noche, todo iba
perdiéndose, alejándose.
Yo, delante de ti, triste, abatido.

MYRIAM COVIÁN







LUNA DE CUENTO...

Hoy tengo una luna de cuento y un cuento de luna, de esos que se escriben sólo con mirarla en ese cielo tan extraño que es nuestro zenit a veces desprestigiado y otras muy honrado.
Un día, de noche, despacio...alguien se fijó en sí mismo...descubrió la esencia de su desperdiciada vida entre carteles adheridos por otros y vagos recuerdos de cuanto estudió sin pausa...indagó en sus adentros para comprobar si existía realmente y dulcemente desesperezó su alma que consiste en desperezarla y desesperar la mente del todo incongruente que tanto le había atado a sus cómodas sillas acolchadas...
Dio un repaso por los seres queridos cuyo tiempo no pudo aprovechar o regalarles pues estaba atareado por la lucha cuerpo a cuerpo con sus enemigos los humanos...esos que parecen muchos al nombrarlos juntos pero que uno a uno somos todos...
No entendía las risas que de niño malgastaba alegremente ni las que gastaba forzoso ante la audiencia...
Ya no sabía casi nada...estaba solo, desnudo, impoluto de fábrica pero con toxinas que él desconocía...había padecido odio, rencor, venganzas, envidias, celos, ansias nada provechosas más que para sí mismo, pervirtió su esencia poco a poco sin darse ni cuenta de cuándo comenzó todo...
Quería avanzar en alguna dirección pero no veía ningún faro especial, distinto del otro y había cientos, miles, millones...le deslumbraban todos a la vez...
Quiso retroceder por donde había venido...pero no quedaba rastro de ningún camino...sólo sentía oscuridad...
De pronto, salió una luna maravillosa en un claro de ella misma y pudo sonreír al círculo sagrado y amigo de lo conocido, entonces fue aún peor pues se dio cuenta de que necesitaba luz continuamente, aunque tenue o medio apagada, luz inminente ante los pasos equivocados o acertados...
Se sentó bajo un árbol precioso, un roble muy anciano, con esa corteza rugosa y amiga, el musgo, liquen, hormigas y arañitas de múltiples telarañas complicadas hasta para la sabionda mente humana...
Allí se sentó, se sintió y notó como el viejo amigo le hablaba desde sus raíces bien arraigadas en la Tierra Madre y entonces pensó en su niño hombre y se acurrucó en la base de su nuevo refugio cuyo oxígeno le había regalado tantas y tantas veces sin él notarlo puesto que respiró gustoso del regalo sin pensarlo...
A su vez...el ramaje frondoso se meció al viento dominante de ese mágico momento natural que es la Vida, sin ruidos, sin voces, sin mentiras, sólo palpitando al unísono con esa Madre y ese Padre extraordinario que todo lo aprovecha para autolimpiarse de nuestras profundas botas negras...
El hombre sintió alivio de ver esto, también sintió mucha culpa de haber sido despreocupado y poco agradecido a la Vida con letras bellas y extensas...pero tras esta reflexión durmió tranquilo y esperanzado de que ya tenía un camino con suficiente luz para ser recorrido por sí mismo.




02 junio 2019

José Puerto Cuenca





Y SIN EMBARGO EL MILAGRO



Yo firmo, certifico y soy testigo...
de que a pesar del humo insano que nos ciega,
hoy más que nunca nos siguen estallando,
como flores del alba, en las manos los milagros.

Doy fe de que a pesar de este aire emponzoñado
por la pus de miríadas de infamias y de afrentas,
este tufo de voces estólidas y huecas,
esta manta mugrienta de bastardas certezas
que nos da su cobijo perverso de usurero;
a pesar de este árido egregor que nos desnutre,
hoy más que nunca nos siguen asaltando,
nos sorprenden, sobrevienen, sobreviven
como soles benditos, como albores, los milagros.

Y afirmo convencido, que a poco que tengamos
los ojos expectantes, la lámpara encendida,
templados los sentidos y limpia la conciencia...
Veremos las señales salir a nuestro encuentro,
tirarnos el sombrajo fugaz de lo ilusorio,
alzarnos del abismo, mutarnos y truncarnos
los límites, las puertas, los nortes, los caminos,
sacudirnos por dentro de gozo y de consuelo...
Posarse, como vuelos de almíbar, los milagros…

Y una luz poderosa nos tocará en el pecho
y sabremos de golpe que la Verdad sin sombra
nos mira, nos conoce, sabe de nuestros pasos
y pronuncia, bien dichos, nítidos nuestros nombres...


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01 junio 2019

Pablo Neruda








Para que tú me oigas 
Para que tú me oigas,
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.


Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.


Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.


Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.


Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.


Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.


Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú me oigas como, quiero que me oigas.


El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban.
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejos súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.


Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.


Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.