02 junio 2019

José Puerto Cuenca





Y SIN EMBARGO EL MILAGRO



Yo firmo, certifico y soy testigo...
de que a pesar del humo insano que nos ciega,
hoy más que nunca nos siguen estallando,
como flores del alba, en las manos los milagros.

Doy fe de que a pesar de este aire emponzoñado
por la pus de miríadas de infamias y de afrentas,
este tufo de voces estólidas y huecas,
esta manta mugrienta de bastardas certezas
que nos da su cobijo perverso de usurero;
a pesar de este árido egregor que nos desnutre,
hoy más que nunca nos siguen asaltando,
nos sorprenden, sobrevienen, sobreviven
como soles benditos, como albores, los milagros.

Y afirmo convencido, que a poco que tengamos
los ojos expectantes, la lámpara encendida,
templados los sentidos y limpia la conciencia...
Veremos las señales salir a nuestro encuentro,
tirarnos el sombrajo fugaz de lo ilusorio,
alzarnos del abismo, mutarnos y truncarnos
los límites, las puertas, los nortes, los caminos,
sacudirnos por dentro de gozo y de consuelo...
Posarse, como vuelos de almíbar, los milagros…

Y una luz poderosa nos tocará en el pecho
y sabremos de golpe que la Verdad sin sombra
nos mira, nos conoce, sabe de nuestros pasos
y pronuncia, bien dichos, nítidos nuestros nombres...


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