31 agosto 2015

Antonio Gala






Nadie mojaba el aire
    Nadie mojaba el aire
    Tanto como mis ojos.
    Me decías: "¿Trabajas?"
    Me decías: "¿Ya es la hora del té?"
    Y yo no te decía: "Te amo";
    No te decía:
    "Eres todo lo que tengo";
    No te decía:
    "Eres la única rosa en la que caben
    Todas las primaveras".
    Me decías:
    "Adiós, hasta mañana".
    O me decías:
    "¿Necesitas algo?".
    Y yo no te decía:
    "Me estoy muriendo
    De amor... me estoy muriendo".
    Nadie mojaba el aire
    Como yo.

Vicente Huidobro

Para llorar
    Es para llorar que buscamos nuestros ojos
    Para sostener nuestras lágrimas allá arriba
    En sus sobres nutridos de nuestros fantasmas
    Es para llorar que apuntamos los fusiles sobre el día
    Y sobre nuestra memoria de carne
    Es para llorar que apreciamos nuestros huesos y a la muerte sentada.

    Junto a la novia
    Escondemos nuestra voz de todas las noches
    Porque acarreamos la desgracia
    Escondemos nuestras miradas bajo las alas de las piedras
    Respiramos más suavemente que el cielo en el molino
    Tenemos miedo.

    Nuestro cuerpo cruje en el silencio
    Como el esqueleto en el aniversario de su muerte
    Es para llorar que buscamos palabras en el corazón
    En el fondo del viento que hincha nuestro pecho
    En el milagro del viento lleno de nuestras palabras.

    La muerte está atornillada a la vida
    Los astros se alejan en el infinito y los barcos en el mar
    Las voces se alejan en el aire vuelto hacia la nada
    Los rostros se alejan entre los pinos de la memoria
    Y cuando el vacío está vacío bajo el aspecto irreparable
    El viento abre los ojos de los ciegos
    Es para llorar para llorar.

    Nadie comprende nuestros signos y gestos de largas raíces
    Nadie comprende la paloma encerrada en nuestras palabras
    Paloma de nube y de noche
    De nube en nube y de noche en noche
    Esperamos en la puerta el regreso de un suspiro
    Miramos ese hueco en el aire en que se mueven los que aún no han nacido.

    Ese hueco en que quedaron las miradas de los ciegos estatuarios
    Es para poder llorar, es para poder llorar
    Porque las lágrimas deben llover sobre las mejillas de la tarde.

    Es para llorar que la vida es tan corta
    Es para llorar que la vida es tan larga.

    El alma salta de nuestro cuerpo
    Bebemos en la fuente que hace ver los ojos ausentes
    La noche llega con sus corderos y sus selvas intraducibles
    La noche llega a paso de montaña
    Sobre el piano donde el árbol brota
    Con sus mercancías y sus signos amargos
    Con sus misterios que quisiera enterrar en el cielo
    La ciudad cae en el saco de la noche
    Desvestida de gloria y de prodigios
    El mar abre y cierra su puerta
    Es para llorar para llorar
    Porque nuestras lágrimas no deben separarse del buen camino.

    Es para llorar que buscamos la cuna de la luz
    Y la cabellera ardiente de la dicha
    Es la noche de la nadadora que sabe transformarse en fantasma
    Es para llorar que abandonamos los campos de las simientes
    En donde el árbol viejo canta bajo la tempestad como la estatua del mañana.

    Es para llorar que abrimos la mente a los climas de impaciencia
    Y que no apagamos el fuego del cerebro.

    Es para llorar que la muerte es tan rápida
    Es para llorar que la muerte es tan lenta.

Sonia Martínez Requejo (Berenice),







Felicidades

La felicidad
no es más

que la suma de todas la felicidades vividas;
leves suspiros de conciliación universal
De todas las felicidades posibles
me quedo con la que sonríe con la mirada
y abraza a distancia
Si tuviera que elegir una felicidad
de todas las posibles
me quedaría con la de los
que mas quiero,
a los que más vi llorar y derrumbarse
Esa es una alegría reconstructiva
que sacude los cimientos



30 agosto 2015

Pedro Javier Martín Pedrós.



Jorge Luis Borges





Las cosas
    El bastón, las monedas, el llavero,
    La dócil cerradura, las tardías
    Notas que no leerán los pocos días
    Que me quedan, los naipes y el tablero,
    Un libro y en sus páginas la ajada
    Violeta, monumento de una tarde
    Sin duda inolvidable y ya olvidada,
    El rojo espejo occidental en que arde
    Una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
    Láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
    Nos sirven como tácitos esclavos,
    Ciegas y extrañamente sigilosas!
    Durarán más allá de nuestro olvido;
    No sabrán nunca que nos hemos ido.

Gioconda Belli




COMO TINAJA
En los días buenos,
de lluvia,
los días en que nos quisimos
totalmente,
en que nos fuimos abriendo
el uno al otro
como cuevas secretas;
en esos días, amor
en mi cuerpo como tinaja
recogió toda el agua tierna
que derramaste sobre mí
y ahora
en estos días secos
en que tu ausencia duele
y agrieta la piel,
y el agua sale de mis ojos
llena de tu recuerdo
a refrescar la aridez de mi cuerpo
tan vacío y tan lleno de vos.

Imágen de Cclaudia

28 agosto 2015

José Hierro






Luz de tarde
    Me da pena pensar que algún día querré ver de nuevo
    Este espacio,
    Tornar a este instante.
    Me da pena soñarme rompiendo mis alas
    Contra muros que se alzan e impiden que pueda volver
    A encontrarme.

    Estas ramas en flor que palpitan y rompen alegres
    La apariencia tranquila del aire,
    Esas olas que mojan mis pies de crujiente hermosura,
    El muchacho que guarda en su frente la luz de la tarde,
    Ese blanco pañuelo caído tal vez de unas manos,
    Cuando ya no esperaban que un beso de amor las rozase.

    Me da pena mirar estas cosas, querer estas cosas, guardar
    Estas cosas.
    Me da pena soñarme volviendo a buscarlas, volviendo a buscarme,
    Poblando otra tarde como esta de ramas que guarde en mi alma,
    Aprendiendo en mí mismo que un sueño no puede volver
    Otra vez a soñarse.

Esteban Maldonado





ATARDECER

Mientras estoy fumando tranquilamente
en la terraza de un bar,
absorto en mis pensamientos más oscuros,
las misteriosas sombras
asedian lentamente
la desnudez de esta tarde de enero,
cubriéndola de soledades y de miedos,
de fantasmas que aguardan en las esquinas de la noche.

Mientras estoy acabando de fumar
en la terraza de este bar,
observando el confuso desamparo de las calles,
el tiempo agita los cuchillos del frío
y una suave brisa ensangrentada
nos eleva el alma, entre hojarascas secas
y heridos adioses,
hasta la más alta cumbre del silencio.


(Publicado en la revista La RaRa 4)

Natalia Belleq.






¿ Sabéis de esos caminos
que se abren campo a través?
Es sólo un camino que
se pisa una y otra vez.

La necesidad se dió por vencida,
la curiosidad se dió otra oportunidad,
atravesando un nuevo sendero,
sin adoquines, sin asfaltar...

Y el destino es quien te lleva,
y no vuelve a crecer la hierba,
si algún día decidí
ir de barro hasta las cejas.


27 agosto 2015

Juana Ríos






Tú te alejabas,
una isla sin remos ni velas meciéndose sin rumbo
en un mar de sueños verdes y extraños.
Pero tu dolor volvía cada noche,
un perro que hería lo oscuro con sus aullidos,
hasta el escalón de mármol gris de mi casa.

Arañaba sin esperanza, ni tan siquiera rabia,
la madera podrida de mi puerta.
Yo lo escuchaba,
sentía cada resuello, cada llanto,
derramándose por mi calle, mis jazmines y mis tapias.

Era acero fundido tu voz
y me abrasaba desde fuera
cada órgano, célula y pulso.
Clavabas tus dientes en los goznes
deshacías la herrumbre con tu saliva de sal,
abandonabas tus ojos de agua,
ríos de gritos, ramblas de barro dorado,
bajo el zaguán de mi entrada.
(Juana, El perro isla)
Foto: Josef Koudelka

Francisco Gálvez,

 


 




Vaivén

El mar mantiene su vaivén

variable, e invariable.

Miro las aguas espumosas
y luego transparentes,

suben y bajan en la playa,

se estrellan en las rocas.

En apariencia son uniformes

en su movimiento,

pero la diversidad reina

en todos sus gestos.

Antonio Orihuela

En 1936, a Antonio Orihuela lo vinieron a buscaren un camión.


Delito:


- Ser amigo del alcalde socialista.-

Haber abierto un Casino Popular.

Le pegaron dos tirosy en paz.

Como Ángela Benabat

no dejaba de gritar,

un muchacho le estuvo dando culatazos,

con su mauser,

en la cabeza,

hasta mancharse su bonita camisa azul.

Por los mismos conceptos

su nieto tendría ahora un trabajo fijo en el Ayuntamiento,

y estaría forrado

a base de estrujarles el alma

a cinco trabajadores

-siempre menores de veinticinco años-.

A su mujer

le dirían: Señora

Este poema se llama

Historia de España.


[Poema extraído de la antología Once poetas críticos,

coordinada por el poeta Enrique Falcón, editada en 2007 por

Baile del Sol ).

26 agosto 2015

Raquel Lanseros






ENTONCES ME BESASTE


Por celebrar el cuerpo, tan hecho de presente
por estirar sus márgenes y unirlos
al círculo infinito de la savia
nos buscamos a tientas los contornos
para fundir la piel deshabitada
con el rumor sagrado de la vida.

Tú me miras colmado de cuanto forja el goce,
volcándome la sangre hacia el origen
y las ganas tomadas hasta el fondo.

No existe conjunción más verdadera
ni mayor claridad en la sustancia
de que estamos creados.

Esta fusión bendita hecha de entrañas,
la arteria permanente de la estirpe.

Sólo quien ha besado sabe que es inmortal.

Inma Luna






Nos vemos en la escena negra y brillante,
dos actores insólitos que no se lo esperaban.
Te voy cortando en trozos un mensaje de amor
y lo pongo en tu boca como un pan complicado.
No voy a parecer desasistida.
Esto es lo único que cuenta:
estoy naciendo al miedo y al deseo.
Se cierra la jornada,
nos queda el tiempo justo para seguir bailando
a punto de llorar entre los dos espejos,
de amor y libertad en un cristal
y de tortura y crisis en el otro.
Somos un bocadillo extraño y sin promesas.
Puede que surjan decepciones
para quien haya oído hablar de esto
y vea finalmente unas gotas de carne
conjurando la lluvia deseada.
Sólo en este talud puedo saber que soy persona.
Sólo desde los líquidos más relajados,
desde los besos más fluidos,
sólo desde los fondos
crezco como quien se divide.
Me levanto con restos de ti por todo el cuerpo,
desde la boca en que estabas hace rato
hasta el pecho, la tripa, el recorrido de las piernas rajadas.
Te quedas por la piel marcando un recorrido
que parece implantarse para siempre.
Me empeño, sin embargo, en borrarme las sendas
y pulir el acero inoxidable de mi mínima hechura,
enfriar la materia para que nada penetre lo bastante.
Cuando más a salvo creo estar
mucho más fácil es
que muera apuñalada.

Jose Manuel Caballero Bonald

,



Cuarto creciente


Cuando Aljarifa recorrió la alfombrada penumbra de aquel burdel de Chauen,

todo el lujoso azogue de su cuerpo adquirió un grado de desnudez

deslumbradoramente irracional. Carne inconclusa donde anidaban todavía

las liendres del peregrinaje, se hizo de pronto insurgente y plenaria

como la de una virgen en la inminencia del degüello. Cerca de allí

se abrían las tiendas de los nómadas y una enfermiza música se iba dignificando

entre las hojalatas y los vellocinos. La habitación olía a almoraduj

y a papeles de Armenia, mientras un vaho de animales nacidos en cautividad

salía del mullido sopor de las almohadas. Y así hasta que el tiempo se detuvo

en un friso taraceado de estrellas de albayalde, entre cuyos emblemas

discurría una luz acrobática parecida al letargo. Pero ella,

la regidora del cuarto creciente, era una flor lasciva instalada en la noche.

Era la araña que copula sin dejar de bailar entre una algarabía de ajorcas y sonajas.

El esmaltado vientre vibraba en el diván como un espasmo de pandero

y un mundo de sacrales lujurias sincopaba de pronto la rítmica hegemonía de los pezones. Canon de la hermosura, su único error había consistido en

rasurarse el pubis

cuando medio entendió que descendía por línea colateral de los Abencerrajes. 

25 agosto 2015

Isabel Miguel




LA CITA


Es frecuente que anuncie
su llegada con tiempo
y que, como una novia,
demore su presencia.

Es frecuente, ya digo,
que se abunde en detalles
que muestren uno a uno
su cercana venida.

Como novia presume
para que la contemplen
y mostrar, paso a paso,
su poder y miseria.

Encadena los signos
en su marcha imparable,
inexorable y lenta.

Avanza.
Ven.
Avanza.

Si ha de llegar la cita,
no prolongues el daño
ni lo destruyas todo.

Avanza.
Ven.
Te espera.


Maria del Carmen Gallego






Lagos de deseos.


Cada instante que nos da la vida es un lago de deseos.
Cada abrazo que sentimos nos hace erizar la piel,
nos endulza ese momento que nos toca los sentidos.
Huellas que dejamos envolver entre hilos de emociones. 




Pedro Javier Martín Pedrós.





Canto tardes llenas de luz,

trituro sueños libertinos,

escondo pasiones irreverentes,

disfruto en la experiencia de lo prohibido.

Me hago noche para acurrucarme

en tu mirada.

Tus andares buscan la presunción de inocencia,

pasa la brisa a mi lado

viaja vacía.

Reivindico el ungüento de la frescura,

Y …

Llueve en mi almohada.



Pedro Javier Martín Pedrós.
De: Huellas de agua 


Fernando Sabido,








ERES SÓLO UN VERSO

Eres sólo un verso de mi poema más maldito
donde esperas impaciente el golpe del rayo
para nacer en un acorde a ras de suelo
o amarme de memoria
cuando broten de mi orfandad las lágrimas

Eres sólo un verso hasta que me reclame el tiempo
un eclipse de nubes que ciega los ojos
cuando se encuentran las miradas
y arrojas al vacío las palabras estériles
que supura la muerte

Para enterrar los oscuros mensajes del amor

24 agosto 2015

Jaime Sabines





La luna
    La luna se puede tomar a cucharadas
    O como una cápsula cada dos horas.
    Es buena como hipnótico y sedante
    Y también alivia
    A los que se han intoxicado de filosofía.
    Un pedazo de luna en el bolsillo
    Es mejor amuleto que la pata de conejo:
    Sirve para encontrar a quien se ama,
    Para ser rico sin que lo sepa nadie
    Y para alejar a los médicos y las clínicas.
    Se puede dar de postre a los niños
    Cuando no se han dormido,
    Y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
    Ayudan a bien morir.

    Pon una hoja tierna de la luna
    Debajo de tu almohada
    Y mirarás lo que quieras ver.
    Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
    Para cuando te ahogues,
    Y dale la llave de la luna
    A los presos y a los desencantados.
    Para los condenados a muerte
    Y para los condenados a vida
    No hay mejor estimulante que la luna
    En dosis precisas y controladas.



Carlos Pujol








Después de muchos años...



Después de muchos años
de tanta agitación,
querer y no querer,
la soledad de las palabras deja
como un frío de invierno.
Con esta compañía
mido mis lentos pasos por las calles
que siempre van a dar a la muralla.

23 agosto 2015

Baudelaire









Perfume exótico

Cuando entorno los ojos bajo el sol otoñal
Y respiro el aroma de tu cálido seno,
Ante mí se perfilan felices litorales
Que deslumbran los fuegos de un implacable sol.
Una isla perezosa donde Naturaleza
Produce árboles únicos y frutos sabrosísimos,
Hombres que ostentan cuerpos ágiles y delgados
Y mujeres con ojos donde pinta el asombro.
Guiado por tu aroma hacia mágicos climas
Veo un puerto colmado de velas y de mástiles
Todavía fatigados del oleaje marino,
Mientras del tamarindo el ligero perfume,
Que circula en el aire y mi nariz dilata,
En mi alma se mezcla al canto marinero. 

22 agosto 2015

Jorge Urrutia



Huida

        

Son diecisiete días. No adivina
que las bonanzas nunca son eternas.
Perderá el agua dulce. Rodarán
los pellejos de vino.
De nada servirán las diecisiete noches
mirando a las estrellas, ni la filosofía,
barata,
que el amplio mar sugiere.

        Los troncos de la balsa fijó en cuatro jornadas.
Un abrazo fugaz. Un beso. Despedida
de un hermoso paréntesis, un lapso
en la vida o la muerte.
No preveía nadie el fin de la bonanza,
la huida de la paz, de la sonrisa el luto.
Agua, sudor y hierro en la firmeza,
el ciego sol, el alma dura apenas.

        Las cosas, al fin y al cabo,
son como son las cosas. Simplemente.

Brenda Lopez Soler






quizá un día olvides
y me digas te amo entre frases insignificantes

como lo hiciste anoche
olvidado de mí de tí y del mundo
en el único sueño
en el que te duermo

y que todo se rompa.

Fernando Pessoa






Tu silencio es una nave con todas las velas llenas...
Blandas, las brisas juegan en las flámulas, tu sonrisa...
Y tu sonrisa en tu silencio es la escalera y las andas
con que me finjo más alto y junto a cualquier paraíso...
Mi corazón es un ánfora que cae y que se quiebra...
Tu silencio lo recoge y quebrado lo arrincona...
Mi idea de ti es un cadáver que el mar trae a la playa..., y mientras tanto
tú eres la tela irreal en la que mi arte yerra el color...
Abre todas las puertas y que el viento barra la idea
que tenemos de que un humo perfuma de ocio los salones...
Mi alma es una caverna colmada por la marea alta,



y mi idea de soñarte una caravana de histriones...
Llueve oro mate, mas no en lo exterior... Es dentro de mí... Soy la Hora,
y la Hora es de asombros y toda ella escombros de ella misma...
En mi atención hay una viuda pobre que nunca llora...
En mi cielo interior nunca hubo una sola estrella..
Hoy el cielo es pesado como la idea de no llegar nunca a un puerto...
La lluvia menuda está vacía... La Hora sabe a haber sido...
¡Y no haber algo como lechos para las naves!...
Absorta en alienarse de sí, tu mirada es una plaga sin sentido...
Todas mis horas están hechas de jaspe negro,
mis ansias todas talladas en un mármol que no existe,
no es alegría ni dolor este dolor con el que me alegro,
y mi bondad inversa no es ni buena ni mala...
Los haces de los lictores se abrieron al borde de los caminos...
Los pendones de las victorias medievales no llegaron ni a las cruzadas...
Pusieron infolios útiles entre las piedras de las barricadas...
Y la hierba creció en las vías férreas con lozanía dañina...
¡Ah, qué vieja es esta hora!... ¡Y todas las naves partieron!
En la playa sólo un cabo muerto y unos restos de vela hablan
de lo Lejano, de las horas del Sur, de donde nuestros sueños sacan
aquella angustia de más soñar que hasta callan para sí...
El palacio está en ruinas... Duele ver en el parque el abandono
de la fuente sin surtidor... Nadie levanta la mirada del camino
y siente saudades de sí ante aquel lugar-otoño...
Este paisaje es un manuscrito con la frase más bella suprimida...
La loca partió todos los candelabros glabros,
ensució de humano el lago con cartas rasgadas, muchas...
Y mi alma es aquella luz que nunca más tendrán los candelabros...
¿Y qué quieren del lago aciago mis ansias, brisas fortuitas?...
¿Por qué me aflijo y me enfermo?... Se acuestan desnudas al claro de luna
todas las ninfas... Vino el sol y habían ya partido...
Tu silencio que me arrulla es la idea de naufragar,
y la idea de que tu voz suene a lira de un Apolo fingido...
Ya no hay colas de pavos todo ojos en los jardines de otrora...
Las propias sombras están más tristes... Aún
hay rastros de ropas de ayas (parece) en el suelo, y aún llora
un como eco de pasos por la alameda que velahí concluida...
Todos los ocasos se fundieron en mi alma...
Las hierbas de todos los prados fueron frescas bajo mis pies fríos...
Secó en tu mirada la idea de creerte calma,
y el ver yo eso en ti es como un puerto sin navíos...
Se irguieron al tiempo todos los remos... Por el oro de los trigales
pasó una saudade de no ser mar... Frente
a mi trono de alienación hay gestos con piedras raras...
Mi alma es una lámpara que se apagó y aún está caliente...
¡Ah, y tu silencio es un perfil de cúspide al sol!
Todas las princesas sintieron el seno oprimido...
De la última ventana del castillo sólo un girasol
se ve, y el soñar que hay otros pone brumas en nuestro sentido...
¡Ser, y no ser ya más!... ¡Oh leones nacidos en la jaula!...
Repicar de campanas hacia más allá, en el Otro Valle... ¿Cerca?...
Arde el colegio y un niño quedó encerrado en el aula...
¿Por qué no ha de ser el Norte el Sur?... ¿Qué es lo que está descubierto?...
Y yo deliro... De repente hago pausa en lo que pienso... Te miro
y tu silencio es una ceguera mía... Te miro y sueño...
Hay cosas rojas y cobrizas en el modo de meditarte,
y tu idea sabe a recuerdo del sabor de un espanto...
¿Para qué no sentir por ti desprecio? ¿Por qué no perderlo?...
Ah, deja que te ignore... Tu silencio es un abanico
—un abanico cerrado, un abanico que abierto sería tan bello,
tan bello, pero más bello es no abrirlo, para que la Hora no peque...
Se helaron todas las manos cruzadas sobre todos los pechos..
Se ajaron más flores de las que había en el jardín...
Mi manera de amarte es una catedral de silencios escogidos,
y mis sueños una escalera sin principio pero con fin...
Alguien va a entrar por la puerta... Se siente sonreír el aire...
Tejedoras viudas gozan las mortajas de vírgenes que tejen...
Ah, tu tedio es una estatua de una mujer que ha de venir,
el perfume que los crisantemos tendrían, si lo tuviesen...
Es preciso destruir el propósito de todos los puentes,
vestir de alienación los paisajes de todas las tierras,
enderezar por fuerza la curva de los horizontes,
y gemir por tener que vivir, como un ruido brusco de sierras...
¡Hay tan poca gente que ame los paisajes que no existen!...
Saber que continuará habiendo el mismo mundo mañana
¡cómo nos entristece!...
Que mi oír tu silencio no sean nubes que contristen
tu sonrisa, ángel exiliado, y tu tedio, aureola negra...
Suave, como tener madre y hermanas, la tarde rica desciende...
No llueve ya, y el vasto cielo es una gran sonrisa imperfecta...
Mi conciencia de tener conciencia de ti es una prez,
y mi saberte sonriendo es una flor mustia en mi pecho...
¡Ah, si fuésemos dos figuras en una lejana vidriera!...
¡Ah, si fuésemos los dos colores de una bandera de gloria!...
Estatua acéfala retirada a un lado, polvorienta pila bautismal,
pendón de vencidos que tuviese escrito en el centro este lema¡
Victoria!¿Qué es lo que me tortura?... Si hasta tu faz tranquila
sólo me llena de tedios y de opios de ocios temibles...
No sé... Yo soy un loco que extraña su propia alma...
Yo fui amado en efigie en un país más allá de los sueños...

21 agosto 2015

Soledad Alvarez,




Marco mi territorio con la lengua,

la tierra de carne y hueso donde retoña el instante
hasta abrir los cauces de la eternidad:
alto pelaje nocturno poblado por mis huellas,
escrutable en sus orificios,
en el gozo presentido que asciende por celajes de temblor
como pez en vorágine de líquenes y arenas tibias.
No hay reparos que no deshaga mi lengua
ni espacio intocado que no explore
este lento acariciar mamífero en la noche del primer fuego,
hombre y mujer descubriéndose,
olisqueándose donde crece una flor viva
y la sed abreva en pozos y estalactitas íntimas.
Aquí hueles a cardumen y médanos tibios,
aquí rezuma un dulzor que extiende su espesura
y se derrama como ofrenda en la planicie esférica del vientre.
Movimiento miscible. Desgarradura de velámenes.
Yo oigo el ir y venir del tiempo en su marea,
dejándome ir me encuentro conmigo en lo que abrasa
- entraña henchida de goce y soledades-
y entre un latido y otro
acezante
la infinitud de la pequeña muerte.

Ana Montojo





A ESTAS ALTURAS
…yo, que cuando me muero, ya nunca es por amor(Joaquín Sabina)




Hay un amor casero y confortable
que no exige tributos ni renuncias,
que acompaña y ayuda
a acarrear la carga del pasado
y comparte las cosas importantes,
aquellas que convierten un mundo tan inhóspito
en un lugar vivible:
una luna de agosto, una guitarra,
un paseo a lo largo de algún río,
la espuma desbordando una cerveza,
un abrazo entre sueños
y un desayuno junto a la ventana
con el grato frescor que estrena el día.

¿Se puede pedir más, a estas alturas?
¿Cuándo todo está hecho y el futuro
es un desbarajuste plagado de dolores?

¿Se puede pedir más que compañía,
complicidad, ternura
y ese resto de infancia que aún se asombra
con la luz tan real de la belleza?

Mauricio Escribano








"Anda mi piel dando un grito que quema
y esta lengua olvidada en una silla
con la boca lloviéndole encima.
Y pensar que ardieron estos labios
hoy subidos a los techos.
Si es que supe preguntar.
Mis preguntas ya son polvo de párpados
arremolinados debajo de los puentes.
Los silencios multiplican mendigos
con guantes de alambre. Escarban
los espejos en busca de tu rostro.
Esta noche pudo ser pequeña
y no lo ha sido. Hay un charco
de mujer bajo mi herida."


20 agosto 2015

Ana García Briones





Hay llamaradas
de ilusiones,
ausentes de cordura,
que desembocan
en la incertidumbre
y en la urgencia
de seguir muriendo
en los cimientos rotos
de la utopía.


Del libro: Partos de luz 

Amelia Díaz Benlliure








La noche tañía tiempos

narrados con luz de candil.
Volaron himnos como murciélagos.
Llovía frío sobre el alquitrán
de un túnel en desnivel.
Se cancelaron las ceremonias
de los hímenes intactos.

Dormíamos, entonces,
en habitaciones separadas.
Nosotros, sin saberlo,


siempre hemos dormido así.
Tal vez haya caminos
que se deban andar
en soledad.


Las alamedas desnudas,
el humo de los cigarros...


...y el rugido insoportable
de los gusanos metálicos
carcomiendo las aceras.

Alejandra Pizarnik,








Si te atreves a sorprender

la verdad de esta vieja pared;

y sus fisuras, desgarraduras,

formando rostros, esfinges,
manos, clepsidras,

seguramente vendrá

una presencia para tu sed,

probablemente partirá

esta ausencia que te bebe.