
Arrópame con esa ternura
que algunas veces
me mandas a escondidas.
Lléname las manos de colores
y mi casa de mar.
No sé quién eres
ni por qué vives en mí,
pero algunas tardes te encuentro
y paseamos de la mano.
Los niños nos sonríen
cómplices de nuestras miradas
y nos regalan lunas.
Pongo mis zapatos en la ventana
esperando una ola de besos
infinitos,
y me afano por buscar el tiempo
donde nada tenia nombre.
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