
GUARDO EL PICO EN MI TESTA
-lujuriosa punzada que me avala-
y prendo, casi siempre,
una emergencia.
con cara de cíclope vencido.
Soy grande entre susurros de mantilla,

enano en un pañal,
y firme en el tratado de una venda.
-Ya quisiera el Amor tener mi nombre
en su alma de amor, si es que la tiene-,
la salud, el dinero, la hermosura...
Llevo el acto del fuego y la semilla
en mi acción de tan simple ejecutoria.
Es mi sexo revuelta de mi extremo
el sentido de mi naturaleza.
A gritos se me pide en camerinos
pues soy ese que soy: el Imperdible.
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