Combato, con todas las fuerzas
que me quedan,
este dolor intenso que a veces parece
que muerde el alma y tira al suelo.
Arlequín de la pena y el llanto soy.
Quisiera llamar al Dios del viento
y, transportada por sus nubes,
revolotear los aires y campos
más allá de todo lo visible.
Me siento en las aceras
esperando cada mañana este dolor azul y blanco
que me transmite su ausencia.
Y de repente siento que la muerte havuelto a ganar. Quisiera tener el corazón blindado, huir de los recuerdos,
ser aliada de las sombras
y que me borrasen de sus batallas incomprensibles.
Estoy triste y cansada,
aguardo descalza las noches de luna,
tan tiernas como huellas en la arena,
para que me desvelen la alegría.
El recuerdo nos arranca un poco la conciencia.
Tal vez el sueño y la muerte
sean recuerdos aún más fuertes
de otro.
Fotografía de Tomás Mayral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario