28 mayo 2008

Poema de Maria M Gabetta



Sentada a la orilla del lago,

veo el cisne negro meciéndose

sobre las espejadas aguas,

suave y mágico danzarín

que se desliza ofrendando su altiva hermosura,

a mi hechizada mirada.

Me avasalla el pecho un deseo incontrolable de poseerlo,

sentirme su única dueña

danzar junto a él sobre las aguas,

sin temor a la profundidad,

regocijándome en su calma.

A su lado un cisne blanco
desmerece a los ángeles,

con su nívea belleza,

pero es el del color de la noche

el que mi ánimo anhela,

es la oscuridad de terciopelo

de sus lánguidas alas negras.

Me punza el cuerpo y el alma

la necesidad de sostenerlo

pero él gira su cabeza ignorando

mis ensoñados pensamientos.

Quisiera llegar hasta él

mecida en la misma corriente,

pero sé que emigrará indómito

ante el más tímido intento,

buscando otro espejo de agua,

sin adoradores molestos.

Entonces me repliego

mientras lo observo en silencio

admirándolo desde esta orilla

incorporada a la naturaleza,

casi sin respirar, por no perderlo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Grande, Magda, esa mirada que abarca el entorno, el lago, el cisne... como personificando en él los sueños inalcanzables, los más profundos. Un gran abrazo, coterránea :)

maría magdalena gabetta dijo...

Gracias mi querida Nieves. Un beso. Magda