
veo el cisne negro meciéndose
sobre las espejadas aguas,
suave y mágico danzarín
que se desliza ofrendando su altiva hermosura,
a mi hechizada mirada.

Me avasalla el pecho un deseo incontrolable de poseerlo,
danzar junto a él sobre las aguas,
sin temor a la profundidad,
regocijándome en su calma.
A su lado un cisne blanco
desmerece a los ángeles,con su nívea belleza,
pero es el del color de la noche
el que mi ánimo anhela,
es la oscuridad de terciopelo
de sus lánguidas alas negras.
Me punza el cuerpo y el alma
la necesidad de sostenerlo
pero él gira su cabeza ignorando
mis ensoñados pensamientos.
Quisiera llegar hasta él
mecida en la misma corriente,
pero sé que emigrará indómito
ante el más tímido intento,
buscando otro espejo de agua,
sin adoradores molestos.
Entonces me repliego
mientras lo observo en silencio
admirándolo desde esta orilla
incorporada a la naturaleza,
casi sin respirar, por no perderlo.
2 comentarios:
Grande, Magda, esa mirada que abarca el entorno, el lago, el cisne... como personificando en él los sueños inalcanzables, los más profundos. Un gran abrazo, coterránea :)
Gracias mi querida Nieves. Un beso. Magda
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