AGRADECIMIENTO
Cuando nos preguntamos ¿somos agradecidos?, la mayoría de las veces respondemos que sí, o más o menos. Creo que contamos la cantidad de veces que damos las gracias a las personas o a Dios (los creyentes) durante el día. Pero eso ¿es agradecimiento? o ¿es una norma de cortesía aprendida y repetida mecánicamente?
Si nos vamos al nivel del pensamiento que, como sabemos, es el que genera las emociones que experimentamos, y éstas atraen las experiencias que vivimos, nos daremos cuenta que cualquier pensamiento de preocupación, si me preocupo por algo es que no controlo la situación y necesito controlar; además de los pensamientos sobre quejas, lamentos, o escasez son pensamientos contrarios a una actitud agradecida, y un pasaporte a la angustia y la depresión.
¿Y cuántas veces pienso en lo que me hace falta para ser feliz? Una pareja, dinero, trabajo, salud, relaciones, etc. Que me quieran… que me comprendan… que me apoyen… Que el mundo a mi alrededor esté controlado, como yo quiero…
Todas estas imágenes mentales están basadas en el “deseo de recibir”. Un simple acto de amor, agradecer por lo que soy, por lo que tengo, por lo que expreso, por lo que me callo, etc. cambia todo el panorama y nos abrimos al sentimiento de dar.
Cuando nos preguntamos ¿somos agradecidos?, la mayoría de las veces respondemos que sí, o más o menos. Creo que contamos la cantidad de veces que damos las gracias a las personas o a Dios (los creyentes) durante el día. Pero eso ¿es agradecimiento? o ¿es una norma de cortesía aprendida y repetida mecánicamente?
Si nos vamos al nivel del pensamiento que, como sabemos, es el que genera las emociones que experimentamos, y éstas atraen las experiencias que vivimos, nos daremos cuenta que cualquier pensamiento de preocupación, si me preocupo por algo es que no controlo la situación y necesito controlar; además de los pensamientos sobre quejas, lamentos, o escasez son pensamientos contrarios a una actitud agradecida, y un pasaporte a la angustia y la depresión.
¿Y cuántas veces pienso en lo que me hace falta para ser feliz? Una pareja, dinero, trabajo, salud, relaciones, etc. Que me quieran… que me comprendan… que me apoyen… Que el mundo a mi alrededor esté controlado, como yo quiero…
Todas estas imágenes mentales están basadas en el “deseo de recibir”. Un simple acto de amor, agradecer por lo que soy, por lo que tengo, por lo que expreso, por lo que me callo, etc. cambia todo el panorama y nos abrimos al sentimiento de dar.
Cuando nos dejamos invadir por los pensamientos de “escasez” de “necesito”, olvido que todo está en mí. Una forma de salir de estas “programaciones mentales” que son aprendidas de la sociedad en qué vivimos es agradecer. Incluso dar gracias por este tipo de pensamientos, porque esta expresión de dar que es el agradecimiento, nos hace contrarrestar toda la negatividad de los patrones citados. Estoy preocupada y agradezco por darme cuenta de que lo estoy y veo que estos pensamientos no me hacen bien, y así procedemos con todos los demás. Cuando lo hago de verdad, cambia mi estado de ánimo, porque el agradecimiento y la aceptación van cogidos de la mano.
Cambiemos juntos el deseo de recibir por el de dar. Agradecer cualquier pensamiento, emoción o acción, es dar. Salimos de la programación y entramos en el camino del corazón, del amor.
Foto de Anna Serrat
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