
Tan sólo saber que estás ahí,
un poco más allá de la embocadura del puerto,
y sentir que llegas hasta mí

y te contoneas en silencio de un lado a otro
como si de una danza acuática de los siete velos se tratara
provocando en mí un empacho de lujuria y de deseo
ante tu inmensidad de proporciones y armonías.
Obra de Gardiny
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