05 octubre 2008

PARA QUÉ LA POESIA. Pablo Mora




Para qué la poesía
Pablo Moramoraleja@telcel.net.veProfesor Titular, Jubilado, UNETSan Cristóbal, Táchira, Venezuela







Para mantener abierta la palabra
Para reinar sobre la muerte
Para revivir cada día
Para sentir junto con los otros
Para sacar la flor de las cenizas
Para vigilar mientras todos duermen
Para que le sirvan
Para apuntalar el sueño
Para servirse
Para alimento espiritual
Para unir lo posible con lo imposible
Para salvar del diario morir
Para hacer más vivo el vivir
Para la Poesía y la Verdad
Para la vida
Para transformar la vida
Para limpiar cuando el poder corrompe
Para cambiar la vida
Para alentar todas las otras formas
Para la fidelidad al relámpago
Para la memoria de los pueblos
Para la salvación del hombre
Para el asombro antiguo
Para un no sé qué
Para descubrir los secretos del mundo
Para llevar el infinito a cuestas
Para salir a la percepción de la mirada
Para alumbrar la maravilla
Para todos y por todos
Para despertar a latigazos el silencio
Para defender el milagro de la vida
Para amar a los otros



Para la Poesía y la Verdad





La indisoluble unidad que en su vida tuvieron la realidad y la poesía, la literatura y la vida, su realidad, su experiencia vital, llevaron a Goethe a componer su autobiografía bajo el nombre de Poesía y Verdad. Su poesía defínese como el resultado de una imperiosa necesidad orgánica, base de su experiencia psíquica, habiendo llegado a afirmar a modo de explicación: “Mi verdadera dicha cifróse siempre en mi pensar y crear poéticos... El fondo poético es el fondo de la propia vida... No soy yo quien hace el poema, sino ellos los que me hacen a mí.”
Para él, en fin de cuentas, el único modo de llegar a

alcanzar la realidad de la vida era mediante la poesía y el arte, transformando aquello que lo alegraba o lo hacía sufrir, o de cualquier otro modo le ocupaba el ánimo, en un poema. Desde el comienzo de su vida el poetizar fue para Goethe una real necesidad: necesidad de liberarse “en una canción, en un epigrama, en una rima cualquiera, de lo que le atormentaba” íntimamente. “En todo tiempo, afirma, proporcionóme el mayor deleite la reproducción poética de cuanto percibía en mí mismo, en los demás y en la naturaleza.”
Requirióse de un poeta genial para que un binomio tan peculiar pudiera realizarse en plenitud: el de poesía-verdad. Goethe comprende que el mejor poema es vivir. Su vida-obra tórnase, así, fuente inagotable de amor a la belleza, a la naturaleza, a la Poesía y a la Verdad. Sin “prisa y sin reposo”, ciegamente feliz, su vida fue “de lo útil a lo bello, por lo verdadero.” Lo que le permitió decir: “De la naturaleza, por dondequiera se la mire, brota siempre lo infinito.”
La poesía -ha dicho Eugenio Montejo- asume hoy, en nuestra era industrial, una condición subterránea que en su replegamiento encarna la esencia que toma el lugar de la creencia abandonada de Dios como redención de la vida. Ante una desvalorización de la conciencia en el plano público, la gente necesita verdades a las cuales aferrarse, y una de ellas es la poesía, porque le ofrece una verdad. La poesía es una verdad.
Para Montejo: “Pertenecemos más a nuestra época que a nuestro país, pues hay familias poéticas, identidades verbales que no siempre coinciden con las demarcaciones geográficas”. De ahí que nos insista en volver a los dioses profundos; en deletrear el áspero silencio; en la inmediatez y la trascendencia, en la soledad del horizonte, en el silencio redondo de la tierra, en el sonido forestal del mundo, en el rumor de alguna vieja caracola, en el canto de un gallo muerto en otro siglo, en el alumbraje, la resilencia o la “nostalgia cósmica”, “para estar a la hora en nuestra cena/ aunque las migas sean amargas.” Insistencias todas más que verdaderas.

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