16 octubre 2008

POEMA DE UBERTO STABILE



JACK KEROUAC, POCAHONTAS Y YO


Íbamos Jack Kerouac, Pocahontas y yo


camino del sur en mi vieja furgoneta escuchando


John Lee Hooker en la radio


Despeñaperros pa’bajo y algo más en el cuerpo


cuando recogimos al estudiante colombiano


haciendo autostop en la gasolinera de Bailén


con un master en geología y dos piedras de hachís en el bolsillo,


contando historias de Manu Chao y las FARC


y el estado de sitio y una muchacha de Cáceres que le prometió el amor


y se quedó con sus travelcheques como recuerdo.


Íbamos, digo, camino del sur desentonando a coro al Camarón


palmeando sobre el salpicadero de la Nissan


creyéndonos libres y soberanos en un país que no reconocemos


ni quiere reconocernos,


cuando vimos la luna sobre la ciudad de Córdoba y suspiramos


como si fuéramos niños de plata en un jardín prohibido,


y nos cogimos de la mano porque en un momento todos fuimos indios


como Pocahontas, Moctezuma y nuestro amigo colombiano,


indios en una reserva de vino, ceniza y hechizos,


y conjuramos al futuro para que nos fuera propicio


y el futuro se nos hizo de pronto irreversible, irreverente, irrevocable.




Y tuvimos que enterrar en una sola noche


a los amigos que habían muerto desbocados, de amor,


de sobredosis, de locura, de la vida misma que ahora nosotros


en el umbral del siglo reclamamos desde la memoria.


Como pasajeros de un poema sin destino


íbamos Jack Kerouac, Pocahontas y yo


camino del sur encañonando con insolencia


la sien plateada y sospechosa de una Europa limpia


ordenada y preparada para repeler el hambre que nunca


nos dejaron reclamar.


UBERTO STABILE (Poemas aparecidos en el nº 3 de la revistaThe Children’s Book of American Birds, que edita el Club Leteo)
Foto de André Kertész

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