20 noviembre 2008

García Baena recibe el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana




A sus 85 años, Pablo García Baena, quien ha visto su obra recompensada por el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el más alto galardón para un poeta latino, se reafirma en su vieja teoría: «La poesía no se entiende sin la vida. Hay que vivir, y luego, sólo luego, escribir».


Horas antes de que la Reina Sofía le hiciera del galardón, ayer tarde en un acto que tuvo lugar en el Palacio Real, el poeta pronunciaba estas palabras en la presentación de su obra antológica, un volumen que García Baena definió como algo más que un libro.


«Es el libro entero de mi vida, casi como un diario», dijo el poeta cordobés tras las palabras elogiosas del presidente del Patronato Real, Yago Pico de Coaña, el Rector de la Universidad de Salamanca, José Ramón Alonso Peña, el profesor salmantino y gran conocedor de su obra José Antonio González Iglesias y el miembro del jurado Luis Antonio de Villena.


Abrumado


Al escuchar tal cantidad de elogios sale a flote la humildad de este hombre cuando dice: «Desde mayo (fecha en que conoció la concesión del premio) estoy abrumado. Pero las palabras que acabo de escuchar me llenan de estupor y desconcierto, pues ya no sé si soy Pablo García Baena, o ese Pablo que aparece en el libro».


El recopilatorio, de título Rama fiel, no sólo selecciona los mejores poemas de García Baena, sino que también incluye sus dibujos, sus tapices,-trabajos que realizó en su vida- los dibujos que otros le hicieron a él, obras manuscritas y otras recientes, publicadas especialmente para el libro, como Calendario, Las cuatro estaciones o Salamanca.


González Iglesias, encargado de la selección del contenido del libro, junto con el poeta, se refiere a este galardón como «el laurel más alto para un poeta hispánico», puesto que, hay que tener en cuenta que «los poetas son los grandes olvidados, están en peligro y necesitan protección».

Fuente de :laverdad.es ( Mercedes Cerviño. Madrid )


BOBBY



No era el amor y se llamaba Antonio.


Hablaba como un indio del Far- West:


«hombre alto», «boca larga». Era de Fuengirola.


y siempre había un teléfono donde llamarlo cuando


-y reía-


la noche era más larga, más amarga, más lenta.


Por las villas de canos jubilados de Holanda,


por la «suite» de la vieja dama inglesa,


la viuda o divorciada más allá de los ácidos,


por el apartamento oscuro del borracho,


surgía su desnudo auroral como Jonia.


Era animal de dicha y entraba fiel, ruidoso,


un grueso calabrote de plata por el cuello…


Sobre muebles de Herraiz o lacas chinas,


biombo bermellón de zancudas doradas,


o en raída moqueta o taquillones


de castellano en serie,


iba dejando las botas deportivas,


los calcetines rojos,


el pequeño taparrabos celeste,


la camiseta como broquel de un pecho


sin defensa. Portador de alegría,


tal un dios de tobillos alados que bajara


a los orcos humanos


ahuyentaba la lágrima, la carta, los somníferos,


la desesperación y su lívida mecha.


Y una noche me dijo, su lengua por mi oído,


«Quisiera haberme muerto».



Foto de Juan Manuel Alvarez Hernandez

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchas felicidades Pablo.
Su poesia me llena el alma.