19 diciembre 2008

Poema de Carmen Beltrán







Bio-bibliografía






CARMEN BELTRÁN (LOGROÑO, 1981)



Es licenciada en Humanidades y miembro de la Asociación Cultural Planeta Clandestino, así como de su rama editorial, Ediciones del 4 de Agosto.






Ha participado, entre otros, en diversos recitales organizados por el Aula Literaria de Logroño, el Ateneo Riojano, Ediciones del 4 de Agosto, la Asociación de Vanguardias Arnedanas Aborigen y la Universidad de La Rioja. En el 2005 participó en la Universidad de Covilha (Portugal) en las III Jornadas de Literatura y Cultura no Espaço Ibérico y en la XVIII Edición de la Semana Negra de Gijón. En el 2006 participó en EDITA (Punta Umbría, Huelva) con una videoconferencia, en los VIII Encuentros Voces del Extremo, organizados por la Fundación Juan Ramón Jiménez en Moguer y en las Veladas Literarias de la UIMP en Santander. Ha colaborado en revistas literarias como Portales, Fábula y Bart y ha publicado el libro de poesía Prohibido jugar (CELYA, Salamanca, 2005), así como poemas y relatos en diversos libros recopilatorios.






Ha coordinado el libro La otra voz. Poesía femenina en La Rioja (Ediciones del 4 de Agosto, 2005) y su obra poética ha sido recogida en la antología La verdadera historia de los hombres (Eclipsados, Zaragoza, 2005).



En la actualidad es la coordinadora del Aula Literaria de Logroño y de la revista literaria Portales.






Creciendo



Siempre es otoño en el calendario.



Los meses se secan y las hojas,



agostadas a veces por un calor muy dulce,



congeladas de angustia otras tantas,



van cayendo



callando



cayendo.



A medida que esa suerte



de árbol que soy



envejece,



voy comprendiendo mejor el bosque.



Sauce llorica



me dañé antes mil veces,



me hurgué la corteza con cuchillas(



¿dónde se escondería esa savia



que tan dolorosamente me mantenía viva?)



me hurgué las raíces con los dedos



locos por vaciarme,



por negarme el alimento,



me hurgué el corazón de madera astillado,



lo toqué y mi respiración se detuvo.



Tonto árbol tozudo,



no sabía que ese dolor me salvaba



y que, por fortuna,



sólo logró hacerme más fuerte.


Foto de patricia pons mochales

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