No quiero ser nada tuyo,
olvídame al atardecer
o en este instante de abrazo
que nos une.
Hay que cuidar el alma
y las manos llenas de adioses,
que duelen si te vas.

Cargaré de caricias mis sueños,
será como un amante anónimo
que espera eternamente,
invitándome a quererle.
Pero hoy,
no quiero imaginar tu dulzura
paseando por mi cuerpo,
ni ese encuentro
que no acaba de llegar.
Nunca pusimos fecha
a nuestra cita,
por eso, la puntualidad no importa.

Ojala tu voz desaparezca
sin ruido,
como el día que llegaste
disimulando que me buscabas.
Foto de Alfredo Yanez
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