17 diciembre 2008

Poema de Margaret Atwood







ORFEO








Delante mío caminabas,




atrayéndome




hacia la verde luz que alguna vez




me asesinó con sus colmillos.




Insensible te seguí,




como un brazo dormido y obediente




pero no fui yo quien quiso






volver al tiempo




Había llegado a amar el silencio,




pero mi antiguo nombre era una cuerda




o un susurro tendido




entre nosotros.




Y estaba tu amor,




las viejas riendas de tu amor,tu voz corpórea...




Ante tus ojos mantenías




la imagen de tu deseo, que era yo,




viva otra vez.




Y por esta esperanza tuya continué,




y así fuitu alucinación, floral




y oyente




tú me creabas




al cantarme y una piel nueva me crecía




en mi otro cuerpo, envuelto en niebla,




y tenía ya sed, y manos sucias,




y veía ya,




perfilados contra la boca de la gruta,




el perfil de tu cabeza y de tus hombros




cuando te diste vuelta para llamarme




y me perdiste...




Así que no llegué a ver tu rostro,




sólo un ovalo oscuro,




y a pesar de sentir todo el dolor




de tu derrota, debí rendirme,




como se rinden las mariposas de la noche.




Tú creíste




que sólo fui el eco




de tu canto.

Fotos de Mª Teresa Pascual

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