27 enero 2009

PARA QUE LA POESIA. Pablo Mora



Pablo Moramoraleja@telcel.net.veProfesor Titular, Jubilado, UNETSan Cristóbal, Táchira, Venezuela




Para mantener abierta la palabra
Para reinar sobre la muerte
Para revivir cada día

Para sentir junto con los otros
Para sacar la flor de las cenizas
Para vigilar mientras todos duermen
Para que le sirvan
Para apuntalar el sueño
Para servirse
Para alimento espiritual
Para unir lo posible con lo imposible
Para salvar del diario morir
Para hacer más vivo el vivir
Para la Poesía y la Verdad
Para la vida
Para transformar la vida
Para limpiar cuando el poder corrompe
Para cambiar la vida
Para alentar todas las otras formas
Para la fidelidad al relámpago
Para la memoria de los pueblos
Para la salvación del hombre
Para el asombro antiguo
Para un no sé qué
Para descubrir los secretos del mundo
Para llevar el infinito a cuestas
Para salir a la percepción de la mirada
Para alumbrar la maravilla
Para todos y por todos
Para despertar a latigazos el silencio
Para defender el milagro de la vida
Para amar a los otros

Para llevar el infinito a cuestas


“La poesía es la soledad de un Dios sin reposo. Es el árbol que se amotina en el bosque en busca de perspectiva. Es el rompeolas de los mares enfurecidos. Es una enfermedad que no mata pero no deja vivir a quien la sirve. La poesía jamás presenta excusas porque carece de aciertos y de errores. Es una lágrima que de alguna manera origina al mar.

La poesía es la desviación de los vientos y el acierto de las dudas. Anda por cualquier parte convencida de haber llegado a la tierra prometida, a sabiendas de su fabulada inexistencia. Le gusta viajar por los caminos sin dioses y sin voces que la obliguen a ningún itinerario.

La poesía carece de antes y de después. No encaja en ningún prólogo ni en epílogo alguno. La poesía es el ansiado encuentro consigo mismo que jamás se logra. La poesía es la bala en acción, una plomada que cae, se adentra en el cerebro y envenena con sus fuerzas gravitales a la razón.
La poesía es asunto diferente. Muchos la intentan y pocos la logran. La hieren, la perturban, la simulan, la engañan, la venden... ¡ah!, cómo la someten a las condiciones del mercado, cómo la dilapidan y convierten en su propia caricatura. La poesía es el océano retador: poquísimos lo

atraviesan y muchísimos apenas llegan a mojarse en sus orillas.


La verdad y la belleza asedian a la poesía en busca de la eternidad. Pero toda verdad es efímera y siempre está en tránsito de convertirse en equívoco y a cada instante se muere. La belleza se formaliza, se desgasta, aburre y se hace moda y también perece. La poesía y el azar mutualizan sus aciertos en medio de desesperados encuentros y ambos salen preñados de perennidad. En consecuencia la poesía no muere: nace.

La poesía es la máxima candela. Penetra y atormenta a las almas de sus devotos. Santifica la locura de quienes luchan y agonizan en sus retadores compromisos. Ilustra la sabiduría que se alcanza siguiendo los cánones del silencio. A cuestas lleva el infinito, al que suele adornar con victorias y derrotas, sin importarle el lauro o la condena. La poesía derrocha desnudez y la oscuridad, por mucho que quiera, no podrá cubrir sus formas. Es una piedra inconclusa, donde, confluye toda al paso de los ríos de la aurora.” ( Extractos de: Barrios, Jesús Enrique: “De poesías y poetas”).
Foto de franses

No hay comentarios: