
No necesitaron nunca
intercambiar curriculums
de fracasos por amantes.
Ni se exigieron la prueba del sida
para follar sin condón.

Ni siquiera fue necesario
dejar constancia de haber leído
a Bukowsky ni conocer a Buñuel
para escribir poemas con las manos,
como se comen las sardinas.
Y las uvas.
Foto de Joan Castelló
No hay comentarios:
Publicar un comentario