26 febrero 2009

Poema de Pedro Javier Martín Pedrós del libro " Trozos de vida "





El poeta



La impotencia

de

las

aves

apagadas.

La carne abierta al derecho,


mi

cuerpo

desnudo.


Todo queda por escribir.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Xavier:
¿Cómo me gustaria me escrlibieras en unn vídeo lo que queda por escribir! Y si es cantado, mejor.

Anónimo dijo...

Pero.....
mejor quedarnos aquí,
al borde
de la incertidumbre.

Anónimo dijo...

Lo que queda por escribir, es la vida misma. Cada poema que inicio, es una incertidumbre, un abismo tanto de alegría como de tristeza.
UF... a veces reniego de sertir estas vibraciones, estos partos.estas luces.

Anónimo dijo...

Entiendo la incertidumbre, entiendo el vértigo que da la vida en esas vibraciones tan sentidas en los poetas, pero... ¡no queda otra amigos!, así es que...
¡ Al ataque mis valientes amigos!

Muchos besos

Anónimo dijo...

Me parieron así.
Necesito compartir este poema con vosotros.
¡¡ Mis valientes amigos !!
Un gran abrtazo.



Enamorarme de la vida.

Enamorarme de la vida para ser valiente, y
dejar que mis lágrimas se asomen
mientras leo un poema a un buen amigo.

Enamorarme de la vida para inventarme
Sueños, “ paradas “, donde quepa la utopía,
y los abrazos no se reduzcan a un
contacto ó roce físico.

Enamorarme de la vida obsequiando
puestas de soles a los que
siempre se sintieron solos,
mal acompañados
y nunca queridos.

Enamorarme de la vida, regalando
pentagramas vacíos,
para que otros
pinten su música sin conservatorio,
sin conservantes
ni amigos influyentes.

Enamorarme de la vida después de la
despedida de un amigo,
en cualquier campo santo.

Enamorarme de la vida,
viajando, deslizando mis manos por las
carreteras y curvas de cuerpos, sin temor al
carné por puntos.

Enamorarme de la vida, sabiendo que este otoño
vendrán vientos y lluvias difíciles,
y que alguna tarde sentiré los bolsillos
de la vida vacíos.

Enamorarme de la vida,
a sabiendas que hay soldados que se
camuflan con trajes de poetas,
y que nunca aprenderé a esculpir
dos miradas amorosas llenas de deseos.

Enamorarme de la vida con el saco
lleno de un montón de años, y soñando
que el amor es posible, aunque parezca una
cursilería.

Enamorarme de la vida, creyendo siempre
que detrás de una sombra,
puedo encontrarme herrumbre,
madrugadas, escombros y caricias.

Enamorarme de la vida y
sorprenderme ante la
persona que encuentro en
el espejo
cuando me afeito cada mañana.


Enamorarme de la vida,
a sabiendas que hay caminos
con charcos pestilentes de
mierda y basura humana,
que hasta los jadeos de amor
se aprenden en las escuelas de
teatro.

Enamorarme de la vida y abrirle
la boca al mar, para que engulla
deseos, vibraciones prohibidas,
y desparramar los embalses ocultos
de mi adolescencia.

Enamorarme de la vida y descubrir el
placer de una muda limpia de cama, y
experimentar como se curan las heridas.

Enamorarme de la vida y rellenar
páginas en este viaje
donde, querer seguir siendo niño,
es una locura.





Pedro Javier Martín Pedrós.

Anónimo dijo...

No quería escribir más ¡Y no puedo!
Has metido tu genio en mis bolsillos para que crea que es mío. No hay nada mío.Yo soy para los demás. No puedo soñar en tus versos y creer que son para mí.
Para mi solo es el Ser, el Único el Todo. Pero Él está en silencio.
Solo el silencio es capaz de contenerle. Su silencio es la soledad donde he puesto mi nido y ¡No se de más palabras! Esta es mi heredad. Mi herencia. Tu poesía es maravillosa.