22 abril 2009

Poema de José María Cumbreño









Cáceres, 1972


José María Cumbreño es profesor de secundaria y lleva publicando sus poemas en revistas desde los años 90. Los dos libros de poemas que hasta ahora ha publicado se verán pronto completados con un volumen de relatos.
La poesía de J. M. Cumbreño es fruto de una renovación formal y temática de finales de los años 90 en la poesía extremeña y española.


El primer libro consigue aunar un tono coloquial, una renovación temática y un uso casi religioso del léxico. Las referencias míticas o bíblicas tiene una función desmitificadora, no es otro el objeto que humanizar y acercar el mito al lector. La estructura de Las ciudades de la llanura, divide los poemas en tres bloques, número mágico del Antiguo Testamento, tres unidades que abarcan temas diferentes, alternando las referencias bíblicas con las reflexiones surrealistas. La sombra de Sodoma planea por las tres partes, aunque en la primera sea más explícita. El libro comienza con un poema-monólogo de Lot, la última noche antes de salir de Sodoma. Es tan vivo que parece que oímos a Lot cerca de nosotros. Le atribuye expresiones y palabras propias del ámbito familiar, consiguiendo el efecto con sorprendente naturalidad. Es un largo poema de metros cortos cuyo ritmo se basa en el contenido, en una estructura repetitiva y una selección del léxico equidistante entre lo cotidiano y lo culto. Éste y otros poemas largos se van alternado con otros más cortos, de dos versos, en los que se desgranan pensamientos, en ellos ofrece su ingenio verbal y conceptual: Ten en cuenta que el árbol crece en dos direcciones, pero sólo una brinda un lugar a la sombra. Estos poemas breves son herederos de una tradición literaria próxima al surrealismo. Como vemos, se trata de un libro que recoge diferentes tradiciones poéticas, alejándose de una encasillamiento precoz y gratuito. “Entre el culturalismo y la vida” se suceden las imágenes bíblicas, con una poética que tiene algo de sagrado, sin olvidar nunca la experiencia vivida. Esa experiencia se expresa a través de la voz poética humana, cercana y al mismo tiempo solemne.




Su segundo libro obedece también a un planteamiento unitario. Mediante imágenes de la naturaleza superpuestas va desgranando pensamientos sueltos. Recupera de nuevo el sentido sagrado de la palabra, unida a una visión de la naturaleza rota o a punto de serlo: deshielo, tala, desmonte, río evaporado, árboles sin sombra, conforman un mundo alrededor del bosque que sirve como pretexto para hacer una reflexión más honda sobre la realidad vivida por el poeta.


El estilo entrecortado y solemne recuerda la técnica del colage que usaron los surrealistas. El verso a veces se reduce a una palabra, generalmente sustantivo, lo que nos hace pensar en una poesía nominativa. El ritmo lo imponen los versos que se van sucediendo intencionadamente, alternando los largos con los cortos. Cierto aire sentencioso y de sabiduría popular, de reflexiones, por obvias olvidadas, conforman un ritmo pausado, que invita a la lectura morosa, a la reflexión que el poeta nos propone.



LA CERCA DE PIEDRA

Mi abuelo puso una piedra
sobre la piedra
que había puesto su padre.

Mi padre puso una piedra
sobre la piedra
que había puesto mi abuelo.
Límite. Linde.



Yo tengo una piedra en la mano.
Foto de kantorova

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