Bio-bibliografía
Anabel Caride nació en Sevilla en 1972 y es licenciada en Filología Hispánica. Ha trabajado como profesora de Lengua (a ella le gusta pensar que de Literatura) en varios institutos terminando por establecerse en Huelva en el instituto Fuentepiña.
Suele moverse entre el microrrelato, el cuento y la poesía, género en el que ha publicado Nanas para hombres grises y la plaquette “Inventario de desahucios”. Ha colaborado con varias revistas y figura en las antología Los vicios solitarios y Poesía viva de Andalucia como “telonera” de mucha gente a la que admira. Recientemente ha terminado su poemario Sálvese quien pueda pero aún no ha encontrado un editor lo suficientemente loco. No pierde la esperanza
Su blog:http://www.lacoctelera.com/nacidaendomingo
EL BAILE DE LOS VAMPIROS
Cuando quitan las calles y se pone el pijama el currante
rezando a Casimiro,
cuando ponen películas de culto
y se borran las grúas,
vienen los basureros con la banda sonora de su camión discreto
y esa es la señal
convenida.
Ellos abren el féretro.
Realizan el ritual de su fin de semana
y ya no nos recuerdan a quien se duerme en clase
los lunes a primera.
No son como nosotros.
No soportan la luz en las pupilas,
por su sangre circula garrafón y lujuria sin blanco
y no saben la fecha del día del trabajo
porque todos son días en rojo
en su limpio almanaque.
Son los nuevos vampiros de barrio
que de día se camuflan en las gafas de sol,
te dan los buenos días
y fingen aprobar el inglés.
Ésa es su coartada,
la que les da patente de corso
para un viernes ocioso
que olvide los apuntes, la falda tableada,
el cáncer del abuelo y hasta el camino a casa
antes de que coloquen las calles.
Su raza es tan eterna como el mundo:
no aspiran a pagar las pensiones de los muertos en vida,
no quieren cotizar su fracaso en las listas del paro
porque van a asistir al entierro
del mundo que inventamos.
Tal vez lo más sangrante,
lo que no explicarán los pedabobos
es el extraño virus que inoculan,l
as marcas en el cuello
que un día nos descubrimos
creyéndonos inmunes;
cómo nos hacen suyos.
El rostro se nos vuelve macilento
de esperar su llegada sin mirar el reloj
y, cosa sorprendente,
ya no nos queda ajo que poner en la puerta
Foto de Patricia Verdeguer
1 comentario:
Ahora he abierto un blog en Blogger (Nanas para hombres grises). Siempre serás bienvenido si te pasas por allí
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