
DECRETAMOS
Que sólo haya día para el hombre.
Que se acaben las almohadas, las cobijas y que sólo haya ruanas para estar con el relente de las horas y saber qué nos dice cada noche el conticinio, cuando todas las cosas callan.
La diurnidad en las veinticinco horas de los relojes, sean de tierra, cuarzo o sol.
La vigilia permanente hasta que al amanecer, armados de una ardiente paciencia, entremos en espléndidas ciudades.
La visión permanente de la noche para escudriñarle sus secretos y ver en las madrugadas el alumbramiento o desbotonadura de las rosas.
En una palabra, el insomnio.
Insomnio en todo el territorio nacional culto, intelectual o no; urbano, campesino, rural o burocrático.
Insomnio para la creación de una Compañía Cafetalera o de Frailejones al servicio del insomnio, capaz de cubrir los trasnochos derivantes.
Insomnio para la editorial de la esperanza, para las creaciones que provengan de las medianoches y de las madrugadas, de mano con la brisa.
Insomnio para la suspensión provisoria de los debates sobre el orgasmo, el divorcio, el adulterio o el aborto.
Insomnio para la meditación general sobre nuestras cosas, verdades, engaños, dolos y mentiras.
Insomnio para la resurrección de Maiakowski, Baudelaire, el Chino Valera Mora, Ramos Sucre, Zalamea; Otero Silva y Rimbaud. Su resurrección en cada uno de nuestros actos y nuestros orgasmos, creadores o no creadores y procreadores.
Insomnio para el reconocimiento de los hijos del padrastro o del Espíritu Santo en pleno insomnio.
Insomnio para la gente, las flores, las ventanas, los cafetales, azulejos, espejuelos y apamates.
Insomnio para el serenatero, la chícara, las orquídeas y alambiques.
Insomnio contra el espantoso cáncer diurno que se cuela por las calles ciegas de concreto.
Insomnio para el viento, los torrenciales, las mariposas, los ventisqueros, pastizales y gusanos.
Insomnio para el ciego y sus costumbres.

Insomnio sin meleril, ativán, stelazine, sinogán o fenobarbital especial, que tanto daño hacen al insomnio. Para que dejen libres las aspas de la vida de una vez por todas.
Insomnio para cada uno de nuestros zancudos, implacables camaradas camuflados en los sueños, para que nos ayuden a despertar las piernas, la arrechera, nuestras ojeras, nuestros ojos
Insomnio para los espejos, las arrugas y caderas.
Insomnio general, con permiso de los psicólogos y sus hermanos, los psiquiatras.
Insomnio para los burócratas de manera que justifiquen las mañanas libres, tendidos nada más sobre “lo pendiente” de sus Planes Operativos.
Insomnio para que se acaben las misas matutinas y cada quien las celebre en su hogar, al mediodía o en la tarde, con su mujer y sus hijos o sus nietos, los gonzalitos, las golondrinas, los turpiales y las paraulatas.
Insomnio para verle las rosas pestañas a la aurora, la que será de ahora en adelante nuestra primera camarada, hasta darle un viraje a tanta sombra, puesta la mano en los arietes.
Insomnio para las enfermeras, de modo que no dejen morir las nuevas criaturas, los poetas que demanda la aurora del dos mil.
Insomnio a partir de la muerteviva de quien sabemos renace cada cien años cuando despierta el pueblo, siendo roja la rosa que recuerde su paso.
Insomnio para los diciembres, electorales o no, los que falten para verle la cara a la esperanza.
Insomnio para dar con el alma del paisaje o con el arma errante de Cantayumare, la que ha de acompañarnos en la lucha de este tiempo sin nombre todavía.
Insomnio para la paz entre nosotros, nuestros hormigueros, enramadas, bosques, solares, farallones y neblinas.
Insomnio en cada aldea del planeta, la más pobre en esta noche, la que no haya sabido de ningún milagro, la que esté virgen todavía o en el desierto gima.
Insomnio para que nazcan flores en las plazas y los campos y llevemos a pasear las mariposas a La Romería, La Parada, Mesa de Aura, París, Roma o Buenos Aires. A Los Chorros, a Los Médanos, a Canaima, Cachamay, La Hacienda o La Llovizna. A Las Coloradas, El Tequendama, El Chimborazo o Santa Marta.
Insomnio para los impotentes que no saben que el coito mayor se hace con el alma como los ouroboros cuando se desguazan a sí mismos con el alba.
Insomnio porque hay mucho que ver y que mirar mientras nazca la paz entre los hombres.
Insomnio para irnos con la noche y con la luna a buscar los duendes de la aldea.
Insomnio de ahora en adelante, Insomnio desde este ventanal iluminado, desde esta azulada atalaya enrojecida, para seguirle el paso a las batallas y emprender las que hagan falta todavía.
Insomnio cargado de neblina, siempreviva, amorardiente y también con las aguas del Torbes y del Quinimarí; del Albarregas, Cabriales, Orinoco o Caroní; Guanda, Plata o Tuira. Unas para espantar al diablo. Otras para enamorar las rosas y las abejas que aparezcan detrás de los caminos.
Insomnio quisqueyano, nicaragüense, andino. Oriental, cubano. Central, mundial, argentino. Peruano, maracucho o mejicano. Insomnio para el llano que duerme con la luna. Insomnio para el infortunio de Caracas que no sabe que tiene un ángel despierto entre su alma.
Insomnio hecho en Venezuela al lado del Caribe. Pensando en América, la Patria. Para el mundo de hoy de mañana. Con la gracia imponente de recias madrugadas.
Insomnio para los puentes colgantes, a riesgo, de nuestros mutuos ríos.
Insomnio hasta el último aliento de la vida.
Insomnio nada más para la noche.
Foto de: JUAN LOPEZ ORTIZ
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