10 agosto 2009

Girapoema



SIMULACRO


Me gusta simular que conduzco un coche, un coche largo, alargado,
un coche gris con rayas amarillas; gris, es necesario, las rayas, amarillas,
el gris, por la pista gris, por la calle gris, por el cielo amarillo
me gusta simular un cielo amarillo y un coche gris que conduzco sin pensar
un coche que soy yo conduciendo por una ciudad que soy yo edificado, elevado, transformado en el gris y el cielo amarillo; si, me gusta simular
que conduzco un coche gris, que conduzco rápido y perfecto como un rayo. Conducirlo de verdad sería cansado, aburrido:
el día gris, el cielo azul, el tráfico lento, la hora impertérrita acelerando detrás,
el olor de la gasolina irritando la nariz, el sudor de la tripa hidratando de sal la piel…
Pero lo simulo, el coche es gris y las rayas amarillas.
Es el mejor coche que he tenido. Es el mejor coche que tendrás. El coche perfecto.
Corre más rápido y aguanta como ninguno, nada que ver, nada, nada, nada.
Nada que ver. No hay nada mejor que simular un coche.
Y una calle, un cielo, y una sensación de velocidad tan rápida como un suspiro.
Un pensamiento seco que te humedece el cerebro con sangre amarilla y sangre gris.
Simulo que estoy, que soy, simulo que veo, que oigo.
Y me aparto de la piel y del olor, de todo lo real
Para simular finalmente que no estoy aquí.
Si allí, simulado vendido a la imagen y al sonido.
Admirado por ojos y oídos que me olvidaran
En el mismo instante en el que yo vuelva a ser
Quien habla y oye y dice y está.
Sí. Estoy aquí. Bien simulado. Perfectamente simulado.
Casi casi, pero casi, parezco alguien real.


Rubén Prada Urdaneta - España

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