17 octubre 2009

Pablo Mora

Pablo Mora Profesor Titular, Jubilado, UNETSan Cristóbal, Táchira, Venezuela



Para mantener abierta la palabra
Para reinar sobre la muerte
Para revivir cada día
Para sentir junto con los otros
Para sacar la flor de las cenizas
Para vigilar mientras todos duermen
Para que le sirvan
Para apuntalar el sueño
Para servirse
Para alimento espiritual
Para unir lo posible con lo imposible
Para salvar del diario morir
Para hacer más vivo el vivir
Para la Poesía y la Verdad
Para la vida
Para transformar la vida
Para limpiar cuando el poder corrompe
Para cambiar la vida
Para alentar todas las otras formas
Para la fidelidad al relámpago
Para la memoria de los pueblos
Para la salvación del hombre
Para el asombro antiguo
Para un no sé qué
Para descubrir los secretos del mundo
Para llevar el infinito a cuestas
Para salir a la percepción de la mirada
Para alumbrar la maravilla
Para todos y por todos
Para despertar a latigazos el silencio
Para defender el milagro de la vida
Para amar a los otros


Para reinar sobre la muerte
Según Gustavo Pereira, acaso la más sagrada pretensión de la poesía sea la de “enseñar, conmover, deleitar, agradar o instruir; sobre todo iluminar, es decir, hacer visible lo oculto, develar otra realidad -o la verdadera realidad.”
“La poesía -y el poeta- se enraízan en esos deslumbramientos tormentosos que han permitido al hombre elevarse desde las sombras de su sinuoso pasado: el asombro, el amor, la fraternidad, la dignidad, el afán de justicia, de lucidez, de libertad... Toda cosa o criatura que habite o viva en el universo sobrepuesta a su propia consumición, henchida de germinaciones, todo estallido o iluminación en un cuerpo consciente o en una solitaria y errabunda piedra espacial pueden ser también parte o esencia de esa rara melancolía y esa pródiga alegría íntima que muchos llaman poesía, pero que acaso no sea más que la desconocida e inalcanzable región de un sueño que los hombres hemos inventado para reinar sobre la muerte.” (G. Pereira).
“El objetivo de la poesía, en un mundo cada vez más reducido a la maquinización y sus falsías, es también contribuir a la rebelión colectiva... La injusticia social es, entre todos, el peor de los males humanos, puesto que permite reinar a la muerte. La poesía es, como se sabe, el reino de la vida... La verdadera poesía -escribió Eluard- no se puede vincular con lo que declina y muere.” (G. Pereira).
Imágen de Alicia Calero

No hay comentarios: