11 noviembre 2009

Walt Whitman,



reconciliación

QUE a todos se diga: hermoso es como el cielo,

hermoso es que la guerra y sus lúgubres gestas sean al

fin derrotadas,


que sin cesar, Muerte y Noche, con manos fraternas y

suaves, las mancillas laven del mundo;

pues murió mi enemigo; un hombre, divino como yo mismo,

está muerto:

y le miro yacer, con blanco semblante y muy quieto, en el ataúd


-y me acerco,

me inclino, y rozan mis labios, en el ataúd, su faz blanca.


Versión de Màrie Manent

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