
A Olga Orozco
Hay en tus ojos, sólo en tus ojos, el mar
tu casa,
apariciones que nadan bajo la venda de tu lengua y un chasquido de peces huyendo /tras la esperanza
qué lastimera, qué honda tu voz de guijarro
ese reducto de miedo que a tus pies presiente las huellas marcadas con tu efigie
coronada de premoniciones.
Levanta tu pie contra la herida, contra la luna
contra ese vapor verdoso de la sangre de tus muertos, trasplantada
en los jardines ambulatorios del mundo.
Cada verso tuyo una astilla alborozada, un amanecer que te sucede
donde la hierba aúlle sus endechas de nodriza loca
sólo de tus ojos
varados en esa fotografía se desprende un enjambre
florecido en víspera de tu muerte.
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