24 febrero 2010

Ana Istarú,



Escucha: hay un mano diminuta


Derramas,

final de la delicia,

una inicial translúcida en mi pelvis,

yo no sé qué mensaje,

qué gránulo de sal,

qué código del agua hallada entre tus sienes.

Y mi matriz es dulce

y es un astro expansivo.

Y todo me percibe: tengo un aura convexa.

Hay algo, alguno, alguien, como un rumor que emerge,

y su latido tiene la textura del crótalo,

y viaja, nido ebrio, por mi líquida entraña.

Escucha: hay una mano diminuta: está escribiendo

ese signo inicial de su relato.

1 comentario:

julia dijo...

Es un poema que llena de sensasiones maravillosas el cuerpo de la mujer. La maternidad como milagro de la Naturaleza.
Gracias