15 febrero 2010

Carmen Ciria,




NADA.
¿Y a qué dios debe invocar el caminante?
Transformado en cuclillo, cisne o lluvia de oro,
¿cómo reconocerlo?
Bullen las tiernas raíces hacia el agua
y olfatea certero el cachorro el rastro de la madre.
No mienten los cuerpos cuando finísimos
se convierten en aves, ni el reino de las algas
se equivoca cuando ensueña ser oro y navío.
Vacila sólo el caminante y qué terrible,
cuando elegido, se deshaga su dios como los otros.

(de Condados de Niebla)

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