02 marzo 2010

Pedro Casariego



Nuestras palabras

nos impiden hablar.

Parecía imposible.

Nuestras propias palabras.


En cierto sentido todas las vidas son una misma cosa,

ya que cada vida es una cuerda.

Pero unas cuerdas sirven para saltar a la comba

y otras para ahorcarse con ellas.

Y aquí entre dos calmas

lejos del cementerio

abro un libro de silencios

por la página de tu espalda

y encuentro la palabra alegría

y la palabra alegria lleva acento

y yo se lo quito

y te lo pongo en la nuca.




De poemas encadenados

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