
ANTORCHAS.
Los años corren, simulan que se detienen y vuelven a correr, pero siempre hay alguien que en medio de la oscura perspectiva alza una antorcha que nos obliga a ver el lado íntimo de las horas. Esa tea reveladora sabe apreciar la belleza de lo feo, el pudor de lo impúdico, la ausencia de a
lgún dios, el edén de los lagos.

La antorcha puede ser una idea, pero también una primicia. Una palabra, pero también una tregua, una quietud. Su llama nos llama sin condiciones.
La antorcha alumbra sin remordimientos, porque es pura, está sola y es la disciplina del invierno. También es el esturpor de los niños: los fascina y persuade más que la chispa eléctrica. Todos tenemos una antorcha propia, y cada una es distinta de las otras. Con ella se puede llegar al río, aun después del crepúsculo.La antorcha sólo tiene un enemigo, y es la lluvia del cielo.
De Vivir adrede.
Se muestra la imagen tal como aparece en: weblogs.clarin.com/itinerarte/archives/2007/0...
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