
Aquellos dos verdugos estaban golpeando con fuerza a aquel pobre individuo. Él estaba indefenso, desnudo y atado. Yo miraba sin decir nada. De repente, uno de los verdugos se agachó, tomó el pulso del pobre desgraciado y mirando a su compañero, sonrió. Al marchar uno de ellos se encaminó hacia mí, parecía no verme; avanzaba con paso decidido. Yo no sabía que hacer, no podía moverme. Fue entonces cuando me atravesó, entonces me di cuenta de que lo que había atravesado era mi espíritu y comprendí que el cuerpo que habían golpeado hasta la muerte era el mío.
.................................................................................................................................................................
Un lapsus de lucidez invadió su mente, recordó a su madre, a la cual hacía tiempo que no veía. La tristeza lo acercó al llanto. Como cada mañana, recordó que su mundo era un mundo sordido de ansiedades, aún así, como cada mañana desde hacía 12 años, cogió la jeringuilla y clavó la aguja en su vena ...La lucidez desapareíó con asombrosa velocidad, solo que esta vez su vida se desvaneció también.
.................................................................................................................................................................
Un lapsus de lucidez invadió su mente, recordó a su madre, a la cual hacía tiempo que no veía. La tristeza lo acercó al llanto. Como cada mañana, recordó que su mundo era un mundo sordido de ansiedades, aún así, como cada mañana desde hacía 12 años, cogió la jeringuilla y clavó la aguja en su vena ...La lucidez desapareíó con asombrosa velocidad, solo que esta vez su vida se desvaneció también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario