
Pablo Moramoraleja@telcel.net.veProfesor Titular, Jubilado, UNETSan Cristóbal, Táchira, Venezuela
Para mantener abierta la palabra
Para reinar sobre la muerte
Para revivir cada día
Para sentir junto con los otros
Para sacar la flor de las cenizas
Para vigilar mientras todos duermen
Para que le sirvan
Para apuntalar el sueño
Para servirse
Para alimento espiritual
Para unir lo posible con lo imposible
Para salvar del diario morir
Para hacer más vivo el vivir
Para la Poesía y la Verdad
Para la vida
Para transformar la vida
Para limpiar cuando el poder corrompe
Para cambiar la vida
Para alentar todas las otras formas
Para la fidelidad al relámpago
Para la memoria de los pueblos
Para la salvación del hombre
Para el asombro antiguo
Para un no sé qué
Para descubrir los secretos del mundo
Para llevar el infinito a cuestas
Para salir a la percepción de la mirada
Para alumbrar la maravilla
Para todos y por todos
Para despertar a latigazos el silencio
Para defender el milagro de la vida
Para amar a los otros
Para alentar todas las otras formas
Difícil arrear y arriar la Poesía. Sea porque alguien a ciegas la persiga; sea porque se la quiera institucionalizar por vía de Casas o Talleres, justamente de Poesía. Máxime si se llega a pensar que se trata de un género “en peligro de extinción” o una causa al borde del olvido. Ni género en peligro, ni causa camino del olvido, la Poesía, por el contrario, “el poema es el lugar por el que se escapa el alma de un pueblo” (Miguel Ángel Asturias). Nunca como en nuestra época, en la que la tecnología rige nuestra vida cotidiana, dejará la Poesía de ser la más alta expresión de la espiritualidad, puesto que “no hay arte sin poesía” (Eugène Delacroix), siendo el lenguaje poético el que apuntala toda y cada una de las artes.
A pesar de las tantas dificultades por amoldarla, amonestarla, amojamarla, amordazarla, amojonarla -institucionalizarla-, la Poesía se niega rotundamente a ser víctima de Decreto alguno. Voces autorizadas, como la de Washington Benavides, aseguran que “la poesía goza de buena salud”, en cuanto instrumento de toma de conciencia de pueblos, comunidades, aldeas, en compromiso con el arte y el hombre y el hambre.
Lejos de cualquier pretendida globalización del fenómeno poético o de que se llegue a calificar a la Poesía de mero “aparato ideológico”, lo que se evidencia es una gama universal, plena de lumínicas especificidades, de maravillosas posibilidades, de infinitas formas de asombro, inspiración, creación, osadía, testimonio, comunicación.
Koïchiro Matsuura, actual Director General de la UNESCO, sostiene que “la poesía ocupa, entre las diferentes formas de expresión humana, un lugar importante y particular... la poesía es algo más que un género literario establecido y codificado: alienta todas las otras formas de expresión literaria y artística... la poesía es poco exigente: una voz o una hoja de papel bastan para darle vida. La encontramos en todas las épocas y en todos los lugares, prueba de su universalidad y de su naturaleza trascendental. Una cultura se reconoce en sus poetas porque son ellos quienes consiguen dar forma concreta a sus pulsiones más secretas, a sus sueños más íntimos y a sus aspiraciones comunes... La poesía es igualmente un medio incomparable para la comprensión intercultural... dentro de su vocación universal de diversidad cultural y de paz en el mundo”.
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