
Inocentemente…
te ofrecí un mundo
testimonio vivo de mi tiempo,
mas tú, cerraste los ojos en ausencias.
dejando mañanas muertas.
Hoy solo soy,
brisa preñada de metáforas.
dibujando tormentas, cosiendo imágenes sin hilo,
en silencios ruidosos que empañan
la visión del ayer.
Ya no estoy seguro de mi raciocinio
y de la locura filosófica
que dejo plasmada en mis escritos,
deambulo con mi bastón blanco
chocando con las palabras
del hombre muerto
en heridas sin tinta que manchen las palabras
¿Soy hombre, o bestia?
o simplemente un personaje de un cuento.
dejando ilegible las cartas,
mojadas por las lagrimas
…¡pero sangro! ¿estoy herido?
herido de palabras y mentiras
mientras me pierdo en el humo,
ahogándome en cenizas.
No es verdad que sea un poeta…
apenas un verso mal escrito.
Solo soy un solitario que junta palabras
mientras se retuercen sus tripas,
un charlatán que vende fantasías
envueltas en papel de crucigramas,
sombra de un tiempo,
cuando era un hombre y el espejo me saludaba.
En la muerte del amor,
ingreso la muerte mental del hombre,
derrumbándose sobre sus propias culpas
sin un Dios que apuntale el dolor,
solo impone,
encerrándome en la oscuridad de las tinieblas.
Recorro calles de miseria,
bebiendo versos sin madurar
pisoteando las mascaras de la mentira
mientras un rumor apagado de potrillos
se hunden en la arena de mi pecho.
He forjado mi torneo entre los grandes
y hermosos colores,
quebrando mis pinceles y mis plumas,
en un hoy, solo gris y negro,
ganando el trofeo estúpido de bestia,
porque ame hasta sentir la muerte.
Norberto A. Cid
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