18 junio 2010

Juan Disante

Tarde

Dejen verme sentado

en este banco de plaza

con un libro faldero

buscando los modos

espinosos,

las sombras,

una clave memoranda

tratando mi lugar.

Dejen bajar ese gorrión apurado

que me interrumpe,

risas de chicos desde las hamacas,

el taconear de pasos antiguos,

la voz sonante del vendedor de globos

y mi madre peinándome a la gomina.

No me distraigan de Borges.

Más allá del cordón pasan camiones

con mercancías,

los bocinazos se atropellan,

la vieja calesita a sangre deja oír una ranchera

y los labradores sacan a pasear a las señoras

y los bastones acompañan a los jubilados

y los barriletes remontan a los felices.

Ese cascarudo que se revuelca en la hojarasca

no me deja concentrar,

las hojas bordó del ciprés cubrieron la playa

aunque la sinfonía de metáforas sigue oculta

en el caminito de las hormigas.

Déjenme abandonar "El libro de arena"

en el banco.

Alguien vendrá a retomar aquel pasado

y lo que sigue,

alguien vendrá desde aquella época

a ver esta tierna unidad del infinito

y ese incesante tránsito

de mercancíaspor la calzada...

desfilando...

Déjenme ir.

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