12 junio 2010

Mario Benedetti.


Todo lo que es opaco fue antes transparente: el odio, la lascivia, la pasión, el fanatismo, la gula. Cada opacidad carga con su fantasma, vale decir con su transparencia. Los pensamientos pueden ser opacos, pero los sentimientos casi siempre son diáfanos.

La transparencia no siempre es una ventaja. Hay hechos que al volverse transparentes descubren su intención primaria y ésta puede ser salvaje, despiadada. Hay rostros tan transparentes que ni el espejo puede opacarlos. Y hay miradas traslúcidas que revelan un desvarío interior, ese que vino con los genes y no tiene remedio. También las religiones, cuando son transparentes, revelan que sus dioses son opacos.La lluvia es transparente; la nieve, en cambio, es opaca. Entre otras lluvias, el llanto es transparente, pero ahi están los párpados para hacerlos opaco.



Hay poetas que vieron pasar “al animal del llanto”, pero no se sabe si después resbalaron en sus lágrimas.Aunque nadie lo dice, entre lo opaco y lo transparente, suele aparecer una valla sutil, llamada ser humano.


De “Vivir adrede

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