03 julio 2010

Antonio José Royuela


Te hallo y me pierdo

Te hallo

en los labios de la noche,

en la melaza de tus pezones,

en la querencia de tus oquedades

y en el buen hacer de tus manos

y me pierdo

en los besos ausentes

de una boca nómada,

en la sombra de unos turgentes

y distanciados senos,

o en el vaivén

de unas caderas infidentes.

Te hallo

en la batalla cuerpo a cuerpo

hecha cama y en tu gemir

cuando pides que azote tus nalgas

mientras la luz de tus ojos

solicitan continuidad en el movimiento

de nuestros torsos adheridos,

y me pierdo

en la orilla sin mar

que aleja tu espalda,

en la angustia de saberte acariciada

en el fuego de otro calendario

o en la imagen rota

de un despertar abrazado a tu ausencia.

En este círculo

de hallarte y perderme

es donde la necesidad de la certeza

es un cielo en aquelarre.

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