
Morocha de arrabal
A Dora Romano, in memoriam
A Dora Romano, in memoriam
En el patio la sombra anochecía
un enjambre de sueños y rosales,
ella bailaba el tango y florecía
aún quedan de su brillo estos retales.
Cotidiana cerró el último día
y se entregó a la noche, a sus caudales
aguas sin fin. No supo de agonía.
Valiente y generosa fue a raudales.
Morena, de sonrisa abastecida
-dejó al nenúfar donde el sol lo espíe-
cuando su voz batió la despedida.
Tal vez soñó que el tiempo se deslíe
porque al cruzar la puerta de salida
ladran los perros que la muerte engríe.
un enjambre de sueños y rosales,
ella bailaba el tango y florecía
aún quedan de su brillo estos retales.
Cotidiana cerró el último día
y se entregó a la noche, a sus caudales
aguas sin fin. No supo de agonía.
Valiente y generosa fue a raudales.
Morena, de sonrisa abastecida
-dejó al nenúfar donde el sol lo espíe-
cuando su voz batió la despedida.
Tal vez soñó que el tiempo se deslíe
porque al cruzar la puerta de salida
ladran los perros que la muerte engríe.
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