11 noviembre 2010

Ada Salas




UNA MIRADA


que disuelva

con paciencia y con método

el edificio azul de la memoria.

Una mano que arranque.

Carne.

Carne sólo

aunque mísera.

Que el día sea real -un paisaje real

sin el espejo incierto de los símbolos

-y que el frío-

este frío que encoge

la ciudad

hasta darle el tamaño

preciso

de mi casa-

sea sólo la llaga que recuerde a los hombres

su cuerpo de animales

ateridos.

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