Encuentro
Te descubrí en esa hora extraña
Envuelta entre los pliegues de satén de la penumbra.
Te adiviné, rozándote apenas,
Inventándote en una mezcla de aromas y deseos.
Me viste con la punta de los dedos
Enroscándote alrededor de tu belleza,
Floreciendo en ternura a cada encuentro,
Sin querer saber si dormías o despertabas.
Entre nosotros se abrió un lago luminoso
Y ambos nos sumergimos sin pensarlo:
Yo navegué en ti,
Tú nadaste en mi pecho.
Las aguas,
Al principio plácidas y acogedoras,
Se fueron llenando de espuma, de olas.
La tormenta nos inundó;
Nos dejamos arrastrar
A un estallido de música y luceros.
Y entonces, uno en otro,
Dejamos que el mundo se fuera disolviendo,
Perdiendo sus perfiles los objetos;
Y descansamos
Envueltos en los pliegues de satén de la penumbra.
Te descubrí en esa hora extraña
Envuelta entre los pliegues de satén de la penumbra.
Te adiviné, rozándote apenas,
Inventándote en una mezcla de aromas y deseos.
Me viste con la punta de los dedos
Enroscándote alrededor de tu belleza,
Floreciendo en ternura a cada encuentro,
Sin querer saber si dormías o despertabas.
Entre nosotros se abrió un lago luminoso
Y ambos nos sumergimos sin pensarlo:
Yo navegué en ti,
Tú nadaste en mi pecho.
Las aguas,
Al principio plácidas y acogedoras,
Se fueron llenando de espuma, de olas.
La tormenta nos inundó;
Nos dejamos arrastrar
A un estallido de música y luceros.
Y entonces, uno en otro,
Dejamos que el mundo se fuera disolviendo,
Perdiendo sus perfiles los objetos;
Y descansamos
Envueltos en los pliegues de satén de la penumbra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario