08 abril 2011

Angel González,


A mano amada


A mano amada,


cuando la noche impone su costumbre de insomnio


y convierte


cada minuto en el aniversario


de todos los sucesos de una vida;


allí,


en la esquina más negra del desamparo, donde


el nunca y el ayer trazan su cruz de sombras,


los recuerdos me asaltan.


Unos empuñan tu mirada verde,


otros


apoyan en mi espalda


el alma blanca de un lejano sueño,


y con voz inaudible,


con implacables labios silenciosos,


¡el olvido o la vida!,


me reclaman.


Reconozco los rostros.


No hurto el cuerpo.


Cierro los ojos para ver






y siento


que me apuñalan fría,


justamente,


con ese hierro viejo:


la memoria.

No hay comentarios: