24 mayo 2011

ANA MARÍA SALDAÑA



ME GUSTA SABOREAR tu nombre en mis labios
y comprobar que las letras se deshacen
en terrones de arena disuelta.
Tu silueta es el esqueleto
de una percha vacía, el respaldo de una silla,
que inclina su pesada osamenta
sobre el abismo de mis hombros.


Me gusta desmenuzar tus sueños
y desentrañar los secretos de tu alma,
telarañas de fuego que abrasan la noche
mientras cien gramos de lluvia
derraman minutos sin horas.


Me gusta perseguir tu sombra
y adivinar su ausencia con los nublados
mientras caminas desnudo por la acera
y tu piel es el último vestigio de este mundo.


Me gusta acariciar tu mirada
y colgarme de tu cuello,
mientras tus brazos rodean mi cintura
y tus manos se deslizan por mi espalda
escalando la cima de un cuerpo ausente...
Y entonces, tengo la seguridad de que me amas.

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