OSCURIDAD ES EL NOMBRE
Estas tus vértebras del torso,
tras la piel que huele a tomillo y seda,
esta indefensión del cuerpo sin nada,
únicamente cuerpo habitado por el resplandor.
Aquí está, y tan inerme, callado y eterno
que morir de un abrazo seríano morir sino seguir en esta agonía
de vivir siempre en tu ausencia.
Todo está quieto ahora
en la Huerta del cielo.
El cabello te desborda desde arriba
como un torreón hecho de noche, espeso
de los insectos más suntuosos.
Brilla todo en ti, silba en tu figura
un viento que proviene del desierto.
No veo yo más que tus vértebras, esa
copa que te contiene, turbadora
como cumbre a la que diera el sol de repente.
Tú estás aquí o no estuviste nunca.
Pero yo te palpo en esta corteza
de la encina que no conoces,
y te beso, con furia beso
en esta tierra que se me va de las manos.
Termina la noche. La luna da
en la tumba a la que acuden los meteoros.
Un pinzón se desvela y canta
en la espesura de las zarzas y los arándanos.
No hay mañana sin ti, tú
que duermes en las ruinas de mis sueños.
El sol dirá tu nombre, la luz
habitará mi sangre y yo sabré entonces
que la oscuridad es el rostro
de los que amamos en el infierno.
De Huerta del cielo (2000)
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