DAVID PIELFORT
EN DIRECCIÓN AL MOSTRADOR
Ella, con los codos en la formica,
creyendo en la luna -como los bichos en la luz-
rota y rota con su mirada
el falso reflejo de forleidi.
Las sanguijuelas huecas de la formica
le han jugado una mala broma marmórea:
la ilusión de darle vueltas a las cosas
al mirar por la lupa del poso de anís seco.
Alzando el pecho
estruja a tres, incorporándose.
La puta golea a la alameda
y Hércules sacude su alpargata, salpicada
por el meao de un perro, un guardia jurado
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