Porque el aire huele...
A Juan Leiva, pintor de la palabra
El aire huele a pan, a palabra que flota en las caricias,
a deseo huele todo . A sentimiento que penetra
el cielo del olvido dibujado en el rostro del dolor;
huele a instantes que pasan, a efímero momento
que se duele eternidad, más allá de lo real.
Huele a pan el aire, a hambruna de equilibrio,
a hombres y mujeres que desnudan palabras;
huele a miradas al borde de la vida en el filo del ser
que se deshace; a suspiro huele, a tarde abortada,
a noche en el vértice del vientre;
El aire huele a pan, a esquina cotidiana que olvida el ayer;
huele a brisa, a fáciles palabras que intentan convencer,
a juventud transida de añoranzas pegada al interior
del sentimiento donde sólo nosotros podemos contemplarla;
A palabra huele el aire, a frases repetidas que no sirven,
a miedos que amarran el presente; a realidad huele,
a dura realidad de meridianos equívocos;
A palabras huele el pan, a consejo, a ternura,
porque la palabra tiene el hambre de la hartura,
el deseo impulso de entrar donde no hay nadie;
huele a reposo, a silencio donde el tiempo se hace nada,
porque el ser se escapa en la levedad de la existencia
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