23 junio 2011

Faustino Lobato Delgado,



                                                                                               Porque el aire huele...


A Juan Leiva, pintor de la palabra



El aire huele a pan, a palabra que flota en las caricias,


a deseo huele todo . A sentimiento que penetra


el cielo del olvido dibujado en el rostro del dolor;

huele a instantes que pasan, a efímero momento


que se duele eternidad, más allá de lo real.


Huele a pan el aire, a hambruna de equilibrio,


a hombres y mujeres que desnudan palabras;


huele a miradas al borde de la vida en el filo del ser


que se deshace; a suspiro huele, a tarde abortada,


a noche en el vértice del vientre;


El aire huele a pan, a esquina cotidiana que olvida el ayer;


huele a brisa, a fáciles palabras que intentan convencer,


a juventud transida de añoranzas pegada al interior


del sentimiento donde sólo nosotros podemos contemplarla;


A palabra huele el aire, a frases repetidas que no sirven,


a miedos que amarran el presente; a realidad huele,


a dura realidad de meridianos equívocos;


A palabras huele el pan, a consejo, a ternura,


porque la palabra tiene el hambre de la hartura,


el deseo impulso de entrar donde no hay nadie;


huele a reposo, a silencio donde el tiempo se hace nada,


porque el ser se escapa en la levedad de la existencia

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