Lisboa
Las calles de Lisboa se muerden las esquinas
y lamen en secreto la pobreza,
suena un gemido frágil que roza como un fado,como lágrima dulce,
como un verso sanguíneo de Pessoa
fluyendo por la vena del farsante.
niña de rodillas sucias,
arena penetrada de palidez y escombro,
las orillas del Tajo te escupen en las nalgascuando estás más desnuda,
cuando suenas a carne y a pendiente
y lésbica te agitas.
No hay palabras que toquen este silencio sucio
que brota en todas partes,
ese aroma lascivo de los perros subiendo por los muslos,
y tú, tan suya
balbuceas en la lengua del vencido toda oscuridad perversa
y ofreces al amor el esqueleto.
Vas a la noche azotada de cal, preñada de claveles,
y amas, amas como no es posible amar
sin la prolongación del ángel,
sin el tiempo que lentamente curva tu honda anatomía.
Tu desnudez ya no te pertenece
ni tus rezos
ni la espina cruel de tu blancura donde se rompe el aire.
Porque tú, niña despeinada de río,
con dulcísimo temblor de gorriones
has girado en el mar.

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