Verónica Aranda,
OCIO
Bajo un sol de manadas de gacelas
observo a los barberos a la sombra
de un inmenso pipal y el rostro enjuto
del vendedor de lichis y los ojos
casi cegados de la niña albina.
El ocio se asemeja a los almuerzos
a principios de abril en una calle
con puestos de fritura y a la ropa
que tiende una muchacha desgarbada.
Ayuna al sur mi soledad expuesta,
en el lugar exacto donde embisten los búfalos.
De Cortes de luz (Rialp, Madrid, 2010)
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