Zumbido
Ni siquiera una sombra. Nada.
Y el ruido continúa
con la insistencia inútil
del que está detenido y permanece,
como en un déjà vu, frente a los residuos
de su última mudanza.
¿Cómo hablar con nadie
y confesar la densa niebla y su caída?
Nadie puede curarme la tristeza
porque ya regresé al mismo punto
de sábanas sin tacto,
ésas que nos envuelven como un blanco sudario
y conspiran en círculos viciosos,y el ruido continúa,
descarado, imperfecto, visceral,
como la luz primera del poema
y el temor a no ser ni el verso que justifica
destino y existencia.
¿Cómo decir, amor, que me he rendido?
[foto: beatriz morán
1 comentario:
Cómo aceptar la rendición de nuestra alma?
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