12 enero 2012

ENRIQUETA OCHOA



Sin ti, no.



Sin ti, ni un paso más.


Ni al pasado ni al olvido ni al futuro.


Sin ti sólo el grito con lágrimas,


agazapado, trizándose la lengua,


esperando el minuto distraído


en que me saltaré las sienes


una tarde de otoño;


en una de esas fugas del misterio


en que Dios se descuida, sin quererlo.









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