25 enero 2012

JUAN FRAU


A UN NOMBRE EXTRAVIADO EN EL CAMINO


Ya no tengo tu nombre,
lo he perdido,
y ahora
no sé cómo te llamas; no lo encuentro
por los bolsillos, ni en mi calendario,
ni en el aire estancado en las cortinas;
recuerdo algunas letras, pero no sé en qué orden
debo juntarlas; sigo, por lo tanto,
buscándolo, y remuevo
los muebles, la memoria, los zapatos, me asomo
debajo de la cama, y al espejo, y al mundo
que envejece detrás de la ventana.
Tu nombre no aparece.


Lo noté esta mañana, viendo el álbum de fotos;
cada objeto tenía su palabra:
árbol, torre, turista, nube, cielo,
pero tú sólo eras un pronombre,
apenas eras ella:
blusa azul de tirantes, bolso, gafas
de sol, sonrisa, pantalones cortos...
y ella,
y tú,
y cómo te llamabas,
y cómo la llamaba cuando lo hacía en vano,
cuando no respondías, cuando estaba tan lejos
como ahora lo estáis.


No es que quiera llamarte, bien sabemos
que no queda un minuto en los relojes
que rompimos, es sólo
que me gusta saber dónde pongo las cosas,
que no me quiero dar contra tu nombre un día
en el momento menos indicado,
y que noto un vacío escandaloso
en la parte más triste de la lengua:
donde estaba tu nombre tengo un hueco sombrío
que duele cuando va a cambiar el tiempo,
que avisa cuando llega la estación de las lluvias
y asegura una noche interminable
de pupilas clavadas en lo oscuro.


(Recogido en Alzar el Vuelo. Antología de la joven poesía sevillana, 2006)





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