Eva Rodriguez Picaso
calladas ausencias
Barcelona
nunca me tuvo.
mi madre salió
a buscarme
una tarde de verano
supe de mi hermana
a los seis años,
al tiempo que probé
los charcos,
que se forman tras la lluvia
a mis pies,
juguetes amontonados
frente a cajas de cartón,
y una muñeca,
comenzaba los ochenta
en otra vida
y fuimos tan vulgares
que cenábamos, a veces,
una sopa de tomate
-bolsas de plástico
con un polvo rojo dentro-
nunca fuimos algodones,
ni siquiera frágiles,
éramos voces y risas
de domingo, fuimos gaviotas
en un mar de Madrid
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